Parte 15 ✧.*

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—Un abrazo tuyo— soltó Gemini sin más, dejando totalmente confundido al menor.

—¿De qué hablas?—

—Un abrazo tuyo, ese es el precio por ayudarte—

Los brillantes ojitos de Fourth se abrieron de par en par, mientras sentía sus mejillas comenzar a arder ante el evidente coqueteo del mayor, que con dulces palabras lograba causar estragos en él.

—¿De verdad valen tanto mis abrazos?— bromeó Fourth intentando disimular sus nervios, —Debería empezar a venderlos entonces— aseveró fingiendo pensar en ello, —aunque para tí serán gratis— soltó en una risita.

—¿Y para el resto?— cuestionaba el pelinegro sin notar el pequeño tinte de celos que se marcaba en su voz y su arrugado entrecejo de sólo pensar en alguien más disfrutando de los cálidos abrazos de su chico.

—Para el resto son inalcanzables— prometió con orgullo el castaño.

Dejando salir un aliviado gruñido, Gemini no tardó en dejar su cabeza reposar sobre el pecho de Fourth, cerrando en total calma sus ojos y sintiéndole rodear su espalda y hombros con los brazos. Un suspiro escapó de sus labios, podía notar el aura de paz envolviéndoles, dejando fuera cada ápice de preocupación o malestar, encontrando una vez más en los brazos del menor su lugar seguro, su espacio de protección y felicidad.

Sus grandes manos comenzaron poco a poco a regar lentas caricias por la espalda del menor, pegando aún más sus cuerpos, oyendo las irregulares respiraciones de ambos, perdidos en cada deliciosa sensación.

Con algo de timidez, los labios de Fourth se dirigieron al cuello de Gemini, atacando allí con suaves besitos, atrapando entre su boca la piel tan sensible del joven, haciéndole caer en la locura de tan deliciosos agasajos.

Suspiros y bajitos jadeos interrumpían el silencio de aquel secreto momento, recorriendo sin miedos la piel contraria, dejándose llevar, compartiendo su sentimiento de pertenencia voluntaria al otro...

Con tortuosa lentitud, las blancas falanges de Gemini irrumpían bajo la tela que cubría el torso de Fourth, aferrándose a su pequeña cintura intentando aguantar lo débil que se sentía bajo el constante besuqueo en su cuello.

Deleitándose en la suavidad de su piel, Gemini decidió subir sus manos por la espalda del menor, oyéndole soltar un audible jadeo de sorpresa en lo que el mismo Fourth detenía sus movimientos, alejándose totalmente tenso.

Con dificultad tragó saliva, observando a Gemini que le miraba aún desde el borde de la cama sin comprender absolutamente nada.

—¿Qué ocurre?— preguntaba inquieto el mayor, notando el miedo en aquellos marrones ojos, notoriamente ocultando algo.

Podía sentir sus latidos acelerados golpetear su pecho, inseguro de la reacción que podría tener Gemini. Soltando un pequeño quejido, Fourth ocultó su rostro entre el cuello y hombro del pelinegro.

Temeroso pero decidido, Fourth tomó entonces las manos de Gemini, posicionándolas justo donde habían estado hacía escasos segundos, instándole a continuar el recorrido por el centro de su espalda, un poco más arriba.

Gemini captó el mensaje, dejando que sus falanges subieran por la espalda del menor, deteniéndose sorprendido en cuanto lo sintió. Cuatro notorias cicatrices largas se extendían allí, desde su espalda baja hasta abajo del cuello, como líneas dibujadas en ésta.

Sin comprender del todo, Gemini se permitió seguir explorándolas, al mismo tiempo que comenzaba a besar el hombro de Fourth con suavidad, entregándole la confianza y el refugio que necesitaba, oyéndole suspirar más tranquilo y destensar por fin sus músculos.

—Quítate la camiseta, déjame ver— solicitaba en un susurro el pelinegro. Una vez más el temor inundaba los ojitos de Fourth, sin embargo encontró la confianza necesaria en la mirada de Gemini, asintiendo lentamente y poniéndose de pie.

Fourth se paró de espaldas a Gemini, y poco a poco tomó el borde de su camiseta, levantándola para quitársela. Permitiendo entonces ver al mayor aquello que siempre había ocultado. Esas cuatro largas cicatrices de gran profundidad surcaban la piel a lo largo de su espalda.

Con prisa Gemini se levantó, observando de cerca aquellas marcas, sin perder el tiempo llenó de tiernas caricias y besos con devoción, sintiendo a Fourth haciéndose pequeño ante su gesto, totalmente conmovido y seguro.

Irguiéndose, Gemini continuó regando besitos hasta el hombro de Fourth, rodeándole desde atrás con sus brazos y pegando su pecho a la espalda del menor.

—Eres hermoso...— susurró en su oído, estrechándole con fuerza...

Claws of a tigerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora