Parte 9 ✧.*

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Era notorio que ninguno de los dos se encontraba incómodo fingiendo ser pareja, pues aquella conexión que indudablemente les unía, comenzaba a hacerles olvidar poco a poco la realidad, difuminando los límites y haciéndoles actuar bajo total confianza.

Pronto, Gemini se encontraba ya sentado en uno de los sofás individuales donde un pequeño grupo de sus más cercanos se encontraba charlando de forma amena. La idea era que Fourth se sentara en el sofá libre que estaba junto al suyo, sin embargo, antes de que el asiento a su lado pudiese ser ocupado por el chico, una ya conocida chica se ubicaba justo allí. Era Paeyah, que no perdió tiempo en usar el asiento destinado a Fourth, totalmente dispuesta a arruinar su noche.

La furiosa mirada de Gemini se dirigió a ella, listo para encararla y sacarla de allí, sin contar con que Fourth sabía jugar igualmente sucio, y no perdería tiempo en molestarla de vuelta,

—No te preocupes, Gem— canturreó con elegancia el chico, sonriente y calmado.

Ante la confusión que sus palabras causaron en Gemini, junto al leve sonrojo por aquel uso de su nombre, Fourth descaradamente se sentaba justo encima de sus piernas, acomodándose en su regazo y sintiendo las cálidas manos del joven sostenerle entonces.

La reacción del mayor fue rápida, tan sólo milisegundos tardó para pasar de la completa sorpresa por aquello, a rodear con sus brazos a quien se supone era su amado. Sonriendo maravillado por la destreza mental del hermoso chico.

—¿Estás cómodo?— murmuró Gemini, demasiado cerca de sus labios a gusto de la furiosa chica.

—muy... — respondía Fourth, casi en un suspiro.

Parecían estar envueltos en su propia burbuja, absolutamente ajenos a quienes estaban justo a su lado observándoles enternecidos.

—Y...¿Cómo se conocieron?— preguntó curioso uno de los hombres que allí estaban, quien aún no podía creer el estar viendo al severo ruso tan acaramelado y dócil.

—Pues, yo estaba buscando un 'sugar daddy' y apareció Gem— respondía con simpleza Fourth.

Las risas de los oyentes contrastaron con el ceño fruncido de Gemini que bufó irritado, —¿No es así, cariño?— se dirigía el menor al pelinegro, dejando sus narices tocarse levemente entre íntimos mimos. Y tan sólo aquel dulce gesto bastó para amansar al joven, relajando por completo su gesto y soltando un rendido gruñido, intentando ocultar su sonrisa.

—No, no fue así...— negaba con suavidad Gemini, manteniendo en todo momento las comisuras de sus labios elevadas.

—Ah...pero te encanta que te llame 'papi'— ronroneó sensualmente, viendo como en cuestión de segundos el pálido rostro del pelinegro se tornaba rojizo, abriendo de par en par sus ojos, mientras las risas del resto no se hicieron esperar.

En un desesperado intento por resguardar algo de su dignidad ya perdida, Gemini farfulló entre dientes, decidiendo susurrar su regaño al oído de Fourth —No vuelvas a llamarme así en tu puta vida, ¿Me oíste?—

Sin embargo, lejos de intimidar al revoltoso joven, todo lo que recibió fue una risita, y mordiendo su labio asintió coqueto, ronroneando una vez más en voz alta, para que todos oyeran —Entendido, papi—.

Totalmente satisfecho, Fourth depositó un corto y lento beso en el cuello de Gemini, sintiendo las falanges de éste enterrarse levemente en sus turgentes muslos, irregularizando su respiración con aquel simple gesto juguetón de Fourth.

Sólo entonces Gemini comenzó a ser consciente del poder que el menor tenía sobre él, su energía atrevida y avasalladora arrasaba con cada ápice de superioridad que el pelinegro creía poseer.

Innumerables años, Gemini había sido quien llevaba las riendas tanto de su vida como de la mafia que lideraba, y sin embargo un inquieto chiquillo era capaz de hacerle sentir así de expuesto, indefenso, pequeño...

Soltando un bufido, irritado consigo mismo y con la mixtura de sensaciones y pensamientos que empezaban a abrumarle, se puso de pie con Fourth encima y dejándole a él en el sofá que anteriormente habían compartido.

—¿Q-qué ocurre?— murmuró mostrando la preocupación en el brillo de sus ojitos, asustado y confundido, —¿Estás molesto conmigo?— un pequeño puchero se formaba en sus labios, derritiendo el corazón de Gemini sin siquiera notarlo.

Una dulce sonrisa se mostró en el rostro de Gemini, aquel gesto que sólo mostraba a Fourth, como si fuese dueño absoluto de ésta. Y negando efusivamente tomó la mano del mas bajito, dejando un sincero beso en el dorso de ésta.

Un suspiro salió de entre los labios del menor, totalmente entregado al mayor.

—Tranquilo...sólo necesito tomar algo de aire— con suavidad los dedos de Gemini acariciaban la mano de Fourth, —Si quieres ven conmigo— ofreció con honestidad, viendo como sin chistar, el menor se levantaba del sofá dispuesto a seguirle donde fuese, y tras disculparse ambos con el resto de los presentes, caminaron sin prisa hasta una de las habitaciones interiores de la casona, buscando juntos algo de paz...

Claws of a tigerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora