Parte 6 ✧.*

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En total calma el vehículo les llevaba donde Gemini había ordenado con anterioridad, mientras Fourth admiraba las vistas de la ciudad, reconociendo algunos sitios que había visitado por turismo aquellos días.

—Oye, ¿No me vas a dar un anillo?— preguntó Fourth con descaro y tranquilidad, sintiéndose en total confianza con aquel serio joven. Sin decir palabra alguna el chofer comenzó a prestar atención a su conversación, llevado por la curiosidad.

El hombre que conducía deseaba comprender quién era aquel joven castaño a quien Gemini estaba complaciendo tanto, quedando sin habla al escuchar la relajada manera en que el chico le hablaba a su jefe, sin un ápice de miedo o recelo.

—¿U-un... anillo?— Gemini parecía no comprender su petición. Frunciendo el ceño observó el dedo estirado de Fourth.

—Claro...si nos vamos a casar debo llevar un anillo— el chillido de las llantas no pasó desapercibido, habiendo tomado aquel diálogo por sorpresa al chofer.

Una furiosa mirada le fue dirigida al conductor por parte de Gemini, estando plenamente consciente de que aquello había ocurrido por haber estado oyendo sin permiso la conversación, sabiendo que no tenía permitido meterse en los asuntos de Gemini.

Sin embargo, sólo segundos después su gesto facial se suavizó, sonriendo a Fourth dulcemente pues tenía toda la razón, y estaba encantado de que pensara en cada detalle de la mentira montada para aquella tarde.

—Ten éste— murmuró sacando uno de sus propios anillos.

Gemini quitó el más delgado que poseía, de oro puro, que utilizaba en su dedo meñique, y debido a la diferencia de tamaños entre él y Fourth, esta joya calzó perfecta en el dedo anular del chico, estirando su mano a la luz para lucir con orgullo su nuevo accesorio.

—Ya llegamos, señor Norawit— pronunció tembloroso el conductor, agradeciendo que simplemente bajaran del vehículo sin mencionar lo anteriormente sucedido.

Habían llegado al lugar donde Gemini mandaba a hacer sus propios trajes a medida.

El trato cordial y educado con que  estaba siendo recibido le tenía por las nubes, totalmente convencido de poder acostumbrarse a ello. La avejentada mujer que tomaba sus medidas, observaba curiosa la manera en que Gemini miraba en silencio a Fourth.

Llevaba años trabajando para aquel joven y podía notar el nuevo y sutil brillo que ahora adornaba esa mirada oscura, que normalmente lucía apagada y solemne. Un dejo de diversión se posaba en los ojos de Gemini, aumentando tras cada tontería que el menor comentaba sin reparos.

Fourth no podía dejar de mirar el nuevo elemento que hermoseaba su mano, totalmente distraído con la elegancia que aportaba a su estilo.

—Bonito anillo— comentó alegre la mujer al notarlo.

—¡Gracias! Nos vamos a casar— informó casual el chico, viendo a Gemini atorarse con el vaso de agua que bebía. Y es que ambos estaban completamente conscientes de que era burdo e innecesario verbalizar aquello a todo el que se les cruzara, pero para cuando Fourth abría la boca, era ya muy tarde negar la noticia.

—¡Felicidades!— exclamó ella contenta, recibiendo la avergonzada mirada del pelinegro, que limpiaba el pequeño desastre que había causado con el agua recién.

Sólo Gemini pudo ver el dejo de malicia y diversión en los ojos del menor, y no le molestaba en absoluto aquello.

Por el escaso tiempo que poseían, era imposible crear un traje desde cero y terminarlo esa misma tarde, por lo que simplemente modificarían uno de los conjuntos ya existentes para ahorrar tiempo. Fourth abotonaba frente al espejo la camisa escogida, extrañando de sobremanera a Gemini, pues hubiese jurado que elegiría alguna más colorida y llamativa, combinando con su personalidad.

—Qué pequeña cintura— murmuró la mujer ajustando el tamaño de la prenda al chico.

Disimuladamente, Gemini elevó su mirada del periódico que sostenía en sus manos, viendo la marcada figura del menor, y concordando mentalmente con el comentario de ella. Con prisa ocultó su rostro tras el periódico, sintiendo el calor poblar sus mejillas.

—El traje debería cerrarse sólo con velcros— habló divertido Fourth mientras la modista hacía su trabajo, —así en la noche viene Gem y me saca la ropa de una—

La carcajada de la mujer resonó en todo el lugar, jamás había tenido un cliente tan desordenado.

—Tiene bastante sentido— asintió ella entretenida, evitando con todas sus fuerzas dirigir su mirada al pelinegro, pues temía las posibles represalias de aquel fornido hombre. Si tenía algún problema ya lo arreglaría él con Fourth, pensó ella, aunque poco sentido tendría que le molestase, después de todo, si estaba dispuesto a casarse con el chico, sería justamente porque ya conocía esa faceta revoltosa del joven castaño y la habría aceptado y amado tal como allí se mostraba.

«¿Él acaba de llamarme 'Gem'?»

Pensaba avergonzado el pelinegro, siendo ésto lo único que daba vueltas en su mente, suavizando todo en su interior. Gemini simplemente reprimió una risita.

Definitivamente no tenía intención de cambiar la forma de ser del chico, y en silencio disfrutaba verle romper sin miedo cada barrera que en algún momento pudo intimidar a todo el resto, menos a Fourth...

Claws of a tigerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora