Claws of a tiger

Epilogo ✧.*

Sentado en la parte trasera del vehículo, Gemini observaba el ya conocido paisaje, sabiendo que estaban a tan solo metros de la entrada al centro de rescate, sin embargo, algo parecía no ir del todo bien...

Las aleatorias luces rojas y azules de un patrulla policial le hicieron helar la sangre, repasando mentalmente sus últimos movimientos en busca de algún detalle que le hubiese expuesto para ser descubierto y ahora perseguido internacionalmente.

Ningún fallo en sus planes fue encontrado, era imposible, él jamás había estado envuelto en los delitos directamente, siempre se encargaba desde lejos y bajo una identificación falsa, aquello no tenía sentido alguno.

Su respiración se hizo pesada, podía sentir sus latidos golpetear casi dolorosamente, tenía miedo, más aún viendo ahora de cerca que era el propio Fourth quien dialogaba con el agente. Conocía a su ahora esposo, y aquel rostro de preocupación no era normal en él.

No estaba seguro de qué hacer, a través del espejo retrovisor el chofer buscó en su mirada alguna instrucción respecto a cómo proceder, sin embargo, apenas el castaño le vió alzó su mano en un alegre saludo.

—¡Gem! ¡Holaaa!— canturreó feliz.

« Mierda »

Ya no había opción de pasar de largo con el vehículo. Dando un pesado suspiro ordenó detener el automóvil, bajando de allí para caminar en dirección a Fourth. Sentía la palidez en su rostro, y los nervios invadiendo su cuerpo.

—Él es mi esposo— le presentó casual al agente policial, con una sonrisa en su rostro, realmente Gemini no comprendía qué sucedía, pues, pensándolo bien, si le estuviesen buscando, Fourth no le vendería así de fácil, de eso estaba totalmente convencido, —Gracias a él ahora en centro está así de bonito— oía al chico seguir hablando dulcemente, —las jaulas son más grandes y podemos permitirnos un mejor equipo médico para los gatitos— habló con orgullo, estirando su brazo hacia el espacioso lugar que estaba a sus espaldas, volteando entonces en dirección a Gemini para hablarle, —el agente me estaba contando que encontraron un centro dedicado a las pieles de tigres— contó entristecido, —y sólo pudieron salvar a estas preciosuras, mira— se alejó momentáneamente, y del interior del patrulla sacó una caja de gran tamaño, de la cual asomaron tres diminutas cabecitas felinas: dos de ellas pertenecientes a tigres de bengala, y la tercera a un tigre blanco.

—Deben tener recién unas semanas de vida— murmuró Fourth haciendo pucheros.

Al verles, Gemini sintió un instintivo calor en su pecho, absolutamente enternecido con la imagen de aquellos diminutos cachorros de tigre, estirando sus brazos para agarrar la caja completa y acercar a los pequeños, derritiéndose en el encanto de los tres gatitos nuevos.

Sólo la risita del chico le hizo alzar la mirada, algo avergonzado de haber actuado tan precipitadamente, pero igualmente no dispuesto a soltar a los tigritos, sabiendo que era la única oportunidad que tendría de estar tan cerca de esa peligrosa y exótica especie.

Apenas se despidieron del agente policial, llevaron adentro a los pequeños, pues debían ser revisados por el veterinario, descubriendo felizmente que estaban completamente sanos pese a su corta edad. Tras esto, Gemini se negó rotundamente a dejar a sus gatitos, llevando la caja consigo en todo momento, mientras acompañaba a Fourth en la última ronda antes de acabar su jornada laboral.

—Ya que tanto te gustan ¿Por qué no les das tú el biberón? Deben estar hambrientos—

Pidió feliz el menor trayendo las tres pequeñas botellitas con la leche especial, y dejando a Gemini justo afuera de la jaula de Sky, donde él ingresaría a darles el último mimito del día a ambos tigres que ahora eran inseparables.