Lunes por la mañana, abandonaron el departamento de Taehyung. Sus cabellos aún yacían húmedos por la ducha y se fundieron profundamente en los enormes abrigos que llevaban. Hacía frío, los débiles rayos prematuros del sol ni siquiera calentaban en sus rostros adormilados.
Caminando sin cuidado por la tierra húmeda, dieron un ligero saludo al grupo de hombres que rodeaban la esquina, bebiendo de la última botella de vino que les quedaba. Solían amanecerse, drogarse y alcoholizarse para escapar de la prisión imperceptible que les rodeaba. Las fogatas que encendían para apaciguar el frío terminaban en cenizas humeantes, mientras las colillas de cigarros y las latas de cerveza volvían del caminar incómodo.
Taehyung codeó coquetamente es costado de Jimin al toparse con la pandilla que controlaba las lejanías del norte al cruzar la calle hacia la parada de autobús. Eran la viva imagen de unos chicos callejeros y feroces. Subsistían la mayor parte del tiempo robando, pero el verdadero oficio que les mantenía alejados de la mierda, era la mercancía que Jeon Jeongguk les proporcionaba para vender.
Posicionados en las diferentes puntas del territorio que rodeaba los edificios, donde el consumo era más rentable, parecían jamás dormir. Siempre se encargaban de mantener el control y de sacar la basura que no les convenía, que era sospechosa o no les pagaba lo que consumían. Era un sitio poblado, donde la totalidad eran adictos.
Jimin no pudo dejar de pensar en Jeon Jeongguk y en cómo eso le volvía responsable al ser quien suministraba silenciosamente a través del pueblo. Todo el norte de Twinpeaks le pertenecía.
Los chicos preciosos han madrugado hoy —Yeonjun se recargó en el capó de su carro.
Era encantador, Jimin siempre molestó a Taehyung por el frágil parecido que tenían. Estaba flechado por su amigo y Taehyung decía que sin esa cara de bebé entonces sería capaz de tomarlo en serio. Pero no había que dejarse engañar, detrás de esa cara de puberto se escondía alguien impulsivo. Los rumores que corrían por el pueblo decían que él fue el causante de la muerte de Mark Lee, el sujeto de la banda rival del sur, asesinado por apuñalamiento.
Taehyung sacó su cajetilla de cigarros y se metió uno entremedio de los labios, aproximándose a Yeonjun cuando sacó un encendedor. Propinó una profunda calada e exhaló todo el humo sobre su rostro, sin dejar de mirarle a los ojos.
Oye, chiquitín —Dijo—. ¿Nos das un aventón?
No era la primera vez que se montaban en el carro de segunda mano de Yeonjun. No eran amigos pero eran cercanos de algún modo. Jimin sospechaba que Taehyung se lo había follado, era evidente el galanteo y la excesiva confianza. Solían contarse los secretos, pero no era como si
hablar de las pollas que se metían en el culo fuera una obligación.
La primera parada fue en la universidad donde Jimin estudiaba. Procurando bajarse una cuadra antes para evitar los malos comentarios que, de por sí, eran varios en su contra. A Taehyung le tocaba turno en la cafetería unas manzanas más allá. Había dejado los estudios hace tiempo, pero no impedía que pudiera ingresar al recinto sin mayor problemas. Pasaba como un alumno más. A veces asistía a las clases de Jimin y Hoseok, otras, les esperaba en el campus. Los estudiantes le conocían y se llevaba bien con varios.
Comprobando la hora en su reloj, decidió ocupar los veinte minutos que faltaban para tomar un café. Era una costumbre, se había vuelto tan dependiente de él que sufría de migrañas si no obtenía un poco de cafeína en su sistema.
Caminó alrededor de las mesas ocupadas y sonrió ampliamente a Amélie cuando se recargó sobre el mesón. Era una dulce anciana amada por todo la facultad. A Jimin siempre le recordaba a la abuelita de piolín, bromeando con ella de vez en cuando. Había migrado de Francia y fue novia de su difunto abuelo paterno.
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HASTA QUE TE CONOCÍ ✿ KOOKMIN
Romance© HISTORIA ORIGINAL. PROHIBIDA SU COPIA Y ADAPTACIÓN. | Hasta que te conocí | Jamás lo comprendió. Tal vez nunca lo pensó. O varias veces renegó de aquel sentimiento anómalo que se aferró indomable en su mente, cuerpo y alma. Quién era aquel y por...