Capítulo 8

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A mediodía tarareó una canción ochentera que tocaban en la radio, ordenando alrededor de la estancia. El abuelo solía ponerla en su tocadiscos, mientras se mantenía ocupado en la cochera. Sacudió los cojines y le acarició el lomo a Pepe el gato, asegurándose de que Pinchitos se hallara cómodo en su caja entre el eno sin aroma que le había comprado para que utilizara como nido.

El día nublado prometía ser frío y se abrazó al chaleco de lana marrón que le cubría. El departamento de Taehyung era precioso y cómodo, pero era helado como la mierda. Entonces consideró regalarle un calefactor cuando cobrara la mesada que recibía de su difunto padre cada mes.

Ojeó a través de su horario, considerando qué clases tomaría. No alcanzaba a llegar a las primeras tres horas de anatomía, por lo que finalizar con economía agraria sería lo mejor, después de todo era la materia que más le costaba.

Taehyung se levantó minutos después, vestido únicamente con un bóxer. Llevaba el cabello alborotado y el ceño adormilado. Miró hacia Jimin y sonrió débilmente.

Aproximándose al mesón, Jimin le tendió lo que había preparado para él. Taehyung miró el vaso expectante, asqueado por el color verdoso que poseía. Oliendo el contenido, hizo una arcada. Pero no había otra opción que aceptarlo. Las recetas de Jimin para la resaca eran milagrosas. Se tapó la nariz y bebió hasta la última gota, haciendo continuas muecas de desagrado.

¿Qué tenía?

Sentado sobre el mesón, Jimin le observó paciente, casi risueño.

Pulmones de oveja, huevo de búho, pene seco de toro y excremento de conejo.

Los ojos de Taehyung se desorbitaron y Jimin juró que le vería vomitar allí mismo. Se carcajeó sin parar, afirmándose para no caer en el intento. Él siempre solía caerse. La mitad del pueblo había sido prácticamente bautizado por su torpe culo.

¡Pequeña mierda!

Taehyung iba a golpearle. Escupió exageradamente dentro del lavadero. Ágilmente, Jimin saltó sobre sus pies y corrió por el pasillo. En realidad sería incapaz de hacer ese tipo de cosas, sobre todo cuando procuraba no utilizar alimentos que provinieran de animales. Taehyung estaba demasiado consumido por la resaca para deducirlo.

En realidad era un batido de espinaca —Dijo cuándo Taehyung ingresó a la habitación para tomar una ducha—. Amélie me la enseñó.

Esa vieja y sus brujerías. De seguro te habría sugerido cola de ratón, también —Desnudo, inquirió—. ¿Cómo pudiste beberlo? El sabor fue fatal.

Jimin sonrió burlesco, mirándose en el espejo mientras acomodaba su cabello. Dentro de unas horas tendría que volver a casa. Amaba pasar tiempo con Tae, pero era lo mejor. Su amigo necesitaba privacidad.

Ah, no lo hice. En realidad me tomé una pastilla para el dolor de cabeza.

Si no fuese porque Pepe llegó exigiendo contención, Taehyung habría utilizado la chancla. Desayunaron huevo revuelto, enfrascados en una conversación acerca del estreno de una nueva película de terror en el cine.

La hora avanzaba lentamente, sonriendo ante el pensamiento de poder hacer un par de cosas antes de ir a clases. Le sorprendió que Taehyung no hiciera ningún tipo de pregunta acerca de la fiesta, él realmente se había borrado. Jimin decidió no intervenir en su bloqueo mental, más por el bien de sí mismo en un intento por evadir el nombre de cierto personaje.

Notó que el celular de Taehyung no dejó de vibrar con cientos de mensajes que parecían llegarles al mismo tiempo. Frunció el ceño cuando la tez bronceada en él se volvió pálida y desapareció por el pasillo para contestar. Y estaba bien, Jimin supuso, escuchando los murmullos alrededor de la habitación principal, ellos merecían tener secretos.

HASTA QUE TE CONOCÍ ✿ KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora