Capítulo 9

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Se acurrucó hasta sentir cómo el calor penetraba el polar de su bata para dormir. Miró fijamente hacia la televisión donde una serie de terror se reproducía en netflix e inconscientemente absorbió el dulce aroma de mamá mientras yacía aún cobijado entre sus delgados brazos. Cuando era más pequeño, había adoptado la costumbre de quedarse dormido en la curva de su cuello, donde el aroma era más nítido.

La genuina curiosidad empañó sus esmeraldas cuando le miró con disimulo. Estaba absorta en lo que veía y Jimin siempre consideró que su mirada se volvía severa al concentrarse. Ella comenzaba a hacer movimientos extraños con la boca y se acariciaba el cabello con los dedos. Mamá es hermosa, pensó, decidido a observarle un poco más. Tenía el cabello corto y ondulado. De ojos estrechos y verdosos le hacía cuestionarse si alguna vez vería unos así de bonitos. Su piel era pálida y suave y ella procuraba volverla aún más tersa con cremas que él alguna vez tomó prestada.

Había pasado un tempo desde que él dejó de prestarle atención. Ya no le decía cuánto le amaba o lo hermosa que era ante su anhelo bondadoso. Ella de pronto se había convertido en su peor enemiga y pretendía tenerla lo más alejada posible. Incluso había llegado a aborrecer el sonido de su voz. ¿Por qué? Porque Jimin jamás olvidaría las veces

que le dejó botado para ir al encuentro con su amante. Porque mientras papá yacía postrado en una cama, ella prefería pasar la noche entre unos brazos ajenos. Porque cuando papá y Namjoon murieron, él tenía que oír como ella y su amante follaban duramente en la habitación. Él la odiaba tanto como la necesitaba.

Levantó la mano y le pinchó el hoyuelo que sobresalía de su mejilla izquierda, pillándole por sorpresa. Un precioso detalle que su hermano había heredado. Ella le cogió el dedo regordete y se lo mordió con ternura, recordando que Namjoon también solía hacerlo.

El timbre sonó y Jimin bufó cuando perdió su calor. Se sentó y miró hacia la puerta desde la sala, expectante, demasiado receloso por quién esperaba en el exterior. ¿Sería ese hombre otra vez? ¿Regresó al pueblo para apartarla de sus brazos nuevamente, llevándosela finalmente?

El aroma de la masa recientemente horneada le hizo cerrar los ojos, de pronto hambriento. Exhaló toda la tensión retenida cuando divisó la chaqueta verde que el chico del delivery llevaba. La puerta se cerró y el sonido de la moto se alejó por las calles.

Pizza vegana para mi futuro veterinario.

Jimin sonrió, complacido. Sus mejillas se tiñeron de un delicado carmesí y se regocijó en el cariño que necesitaba. Mamá se sentó a su lado y dejó la enorme caja sobre la mesa de centro. Tomó un pesado y lo dirigió a Jimin.

¿Alimentarme también es parte del proceso? —Bromeó, llenándose la boca con un gran mordisco que había propinado.

Menú vegano había abierto las puertas al pueblo hace un año aproximadamente. La gente estaba cada vez más interesada y les iba bien como único restaurante del tipo medioambiental. Lo que le hizo sentir sorprendido, fue saber que mamá estaba al tanto de sus gustos.

Comieron en silencio, prestando atención al antepenúltimo capítulo de Marianne. Cuando Jimin decidió dejar su tercer trozo a la mitad, su madre frunció el ceño.

¿Es todo lo que tu estómago puede soportar? Estás perdiendo peso, Jimin —Sopló su taza con té y dio un ligero sorbo—. No has comido en todo el día.

Estoy bien, mamá.

Para cuando las pequeñas letras blancas recorrían la pantalla oscura, la luz del sol se había ido por completo. Su madre dormitaba sobre su hombro. Era hora de irse a la cama, supuso. Recogieron todo lo que no pertenecía a la sala y subieron las escaleras lentamente.

HASTA QUE TE CONOCÍ ✿ KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora