La correa se sintió pesada bajo su tacto endeble. Jack se alejaba más de lo que el arnés le permitía, correteando y olfateando lo que llamaba su atención, pillando a Jimin desprevenido, obligándole a forcejar. Jeongguk le ayudaba de vez en cuando, colocando su pesada mano sobre la suya sin despegar el contacto que tenía aún encima de sus hombros.
Hablaban sobre temas triviales, de cómo el frío empeoraba a mitad de otoño, la alimentación que tenía a Jack obeso, el gato de la vecina que insistía con meterse por la ventana de su balcón de Jimin y las suturas que Jackson había recibido en su nalga.
Descubrió que Jeongguk no solía ser muy hablador, pero si movía las piezas con cuidado, podía lograr que su lengua se aflojara. Era consciente en que no debía acostumbrarse a esas situaciones donde la tranquilidad les embargaba. Pero iba a disfrutarlas de todos modos.
Buscaba la forma de agradecerle por cómo le defendió frente a la violencia de Hoseok. Estaba demasiado pasmado y sucumbido ante la impresión que creyó incapaz de alguien tan cercano, pero él pudo ver y escuchar perfectamente cuando Jeongguk se plantó ferozmente para resguardarlo sin pensarlo. Hubo algo en esa espalda ancha y engrifada que le cubrió, un pensamiento de sentido de pertenencia que incluso si reparaba en ello ahora, quería volver a sentir.
Namjoon había sido su guardián, podía defenderle hasta de las reprimendas de su madre cuando Jimin se agarraba a pelea en la escuela. Después de él, nadie intentó ampararlo bajo un llamado de socorro. Taehyung parecía estar allí, pero no era suficiente; siempre terminaban huyendo por las calles, corriendo de los malhechores que habían provocado.
Jimin se había vuelto dependiente de la sombra imponente que trasmitía la espalda ancha de su hermano cuando lo colocaba detrás de él para protegerlo. La había anhelado tanto cuando no la tuvo más. Entonces la vio, en otra persona, en un ser ajeno. Esa sombra protectora estaba devuelta y él la quería a su lado otra vez.
Miró hacia arriba cuando quiso contemplar a Jeongguk en silencio. Era muy alto. Se alzó sobre las puntitas de sus pies y le dio un beso en la mejilla. Jeongguk sonrió, tocándose donde su piel se había vuelto cálida.
¿Y eso? —Enarcó una ceja.
Jimin simplemente se encogió de hombros, sin ánimos de responder. Todo parecía ir con calma, tocar el problema con Hoseok sería una gran molestia para ambos. Se sorprendió cuando Jeongguk enrolló el brazo alrededor de su cuello y lo atrajo para un beso apasionado. Todo lo que Jimin hizo bajo el trance sorpresivo, fue abrir la boca para recibir su lengua tibia.
Ellos se besaron sin dejar de caminar, oyendo el bullicio del pueblo y los ladridos por doquier de Jack. Separándose
levemente, Jeongguk le brindó una sonrisa resplandeciente. Jimin fue sensato en que si no tuviese la correa de Jack aferrada a su muñeca y el brazo de Jeongguk sobre sus hombros, se habría caído de culo por la impresión.
Cerró los ojos cuando Jeongguk le besó sobre la frente para finalizar y suspiró, embelesado por la delicia que tenía a su lado.
Así está mucho mejor —Jeongguk susurró.
Se detuvieron frente a la consulta de garras y patas y respiraron ansiosos. Lanzó una mirada rápida a la expresión afligida de Jeongguk y supo que no estaba muy emocionado de permitir que a su perro le cortaran las bolas. Sonrió enternecido.
Debemos entrar —Jimin le animó.
Tomó a Jeongguk de la mano, pero no se movió. Permaneció sobre su lugar mirando a través del enorme ventanal donde varias mascotas se divisaban. Se decidió a que comenzaría entonces con Jack y tiró de su correa para forzarle a entrar, pero Jack plantó sus patas en el suelo y gimió con la cabeza gacha.
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HASTA QUE TE CONOCÍ ✿ KOOKMIN
Romance© HISTORIA ORIGINAL. PROHIBIDA SU COPIA Y ADAPTACIÓN. | Hasta que te conocí | Jamás lo comprendió. Tal vez nunca lo pensó. O varias veces renegó de aquel sentimiento anómalo que se aferró indomable en su mente, cuerpo y alma. Quién era aquel y por...