Capítulo 6

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Taehyung miró la caja que Jimin cargaba sobre su regazo por enésima vez, farfullando sin siquiera tomarse la molestia de que lo notara, de todos modos iba bastante ensimismado en hacer sentir bien a su invitado con palabras dulces. Mentiría si dijera que no se sentía celoso al respecto.

Jimin había ido a buscarle al final de su turno, demasiado inquieto y sonriente para apresurarse a preguntar el porqué. Ni siquiera aceptó el ofrecimiento para quedarse a comer, él simplemente estaba emocionado por llegar a casa.

Pinchitos era el erizo que Jimin había conseguido de garras y patas. Había luchado por sobrevivir ante un nacimiento prematuro y estaba listo para conseguir un hogar justo ahora. Era apenas un bebé, sus espinas aún eran débiles y su piel rojiza y arrugada yacía libre de pelaje.

El cielo apagado y las nubes grisáceas anunciaban la llegada del otoño. Odiaba los días oscuros y rogaba que no lloviera en ese momento. Jimin le forzó a detenerse en el walmart de la avenida y trajo consigo un par de chocolates. El trayecto en autobús fue silencioso y ni siquiera se atrevió a iniciar una conversa que no tomaría fluidez porque había sido dejado de lado por un maldito erizo.

Su enfado fue total cuando Jimin no le dejó tomar un poco de ese delicioso chocolate con almendras que a él tanto le gustaba. ¿Para qué lo había comprados de todas formas si no le daría entonces?

La sorpresa llegó tiempo después, cuando caminaban por el pasaje de los bloques marginales y se arrodillaba frente a Samanta montada en su triciclo viejo, tendiéndole las barras de chocolate que con tanto esmero le había conseguido.

La ternura fue tal que todo el cabreo en Taehyung desapareció. Era ese tipo de comportamiento en particular que hacía amar a Jimin más que a su propia vida.

¿Por qué me miras así? —Jimin frunció las cejas ante su mirada brillosa.

Taehyung negó avergonzado y le arrebató la caja de las manos, aproximándose a subir las escaleras.

Sentado en la alfombra de la sala, Jimin sostuvo a Pinchitos en sus manos, presentándoselo a Pepe el gato, para que lo conociera. El erizo estaba acurrucado en una bolita y Taehyung rodó los ojos, con una botella con agua a medio camino hacia su boca.

Es mejor que mantengas a ese alfiletero alejado de Pepe.

¡Hyung! —Jimin le miró, divertido—. Al parecer eres al único que no le agrada, porque Pepe luce fascinado.

Observaron como el gato acercaba una pata para tocarlo toscamente, oliéndolo a continuación. Taehyung sonrió burlón.

Claro, fascinado por comérselo.

No le agradaba el hecho de que Jimin lo trajera a su casa, pero negárselo era igual que negar a un niño un dulce. Jimin se enojaría y haría una pataleta, entonces comenzaría a jugar con su mente, lamentándose que los animales tenían derecho a ser felices y tener un hogar digno. Y que él era muy malvado para entenderlo y que sería su responsabilidad si Pinchitos encontraba la muerte por frío y hambre. Bla. Bla. Bla. Lo sabía perfectamente, después de todo así consiguió meter a Pepe al departamento.

Prepararían una cena rápida, con los pocos alimentos que Taehyung tenía en la nevera. Querían comer sushi, pero el delivery no se atrevía a pasar por esos lares tan toscos.

Recargado sobre el mesón, con una lata de cerveza en la mano, Jimin miró los mensajes sin abrir en su celular. Llevaba días sin volver a casa. Taehyung se aproximó por detrás, posando el mentón sobre su hombro izquierdo.

Deberías responder —Dijo y Jimin negó—. Entonces mándala a la mierda de una vez.

Jimin suspiró. Ojala fuera tan fácil. Dio un sorbo a su cerveza y bloqueó la pantalla. La forma en que su madre actuaba todo el tiempo le desequilibraba, ella continuaba en insistir cuando él le había dicho de todas las maneras que no quería nada, pero incluso a través del desasosiego, no quería dejarla sola en esa enorme casa tan carente de vida y afecto.

HASTA QUE TE CONOCÍ ✿ KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora