Miedo. Ese sentimiento de desconfianza que le hizo abrir los entumecidos ojos de golpe. Cayó devuelta a la cama en un débil intento por reincorporarse, demasiado mareado para siquiera recargarse sobre un codo. Miró alrededor, desde la mullida almohada, asfixiándose con las desordenadas sábanas que se enredaban en sus piernas vestidas.
No era un sitio que pudiera reconocer, pero sí el aroma a lavanda que le mareaba por encanto cada vez que lo inspiraba. Estaba por doquier. Era una habitación amplia y sobria. Demasiado sencilla para su gusto. Nada que le incitara a mirar más de lo que quería.
Había algo en la familiaridad del lugar. En el gusto por las cosas de color negro. Y sólo bastó con levantarse sin fracasar y mirar por la ventana panorámica para saber dónde realmente se encontraba.
Soltó una carcajada cuando giró hacia la enorme cama king size y miró el bastidor de cinco piezas con la imagen impresa de Tony Montana en la parte superior de la pared. Jeon Jeongguk al parecer tenía un modelo a seguir. Y no le culpaba, Scarface era una excelente película, después de todo. La había visto un par de veces con Namjoon. En algún momento había fantaseado con que Elvira volviera.
Agobiado por la migraña inminente, se cubrió la frente con dedos temblorosos, balanceándose sobre sus pies desnudos. Mirando un poco más, hacia el colchón ahuecado por los cuerpos que durmieron allí, la diversión en su rostro adormilado decayó. Era la cama de Jeongguk. La cama que había utilizado para tener sexo con su novia. La cama que utilizaban para pasar tiempo juntos. ¿Cuántos más habrán venido también?
Tembló cuando el bullicio provino de la primera planta, atormentando la poca tranquilidad que poseía, acechando a través de la puerta entreabierta. Se preguntó si debía bajar, sobre todo cuando a su mente comenzaron a llegar los primeros vestigios de lo que había ocurrido.
Qué hacer al respecto, era el nuevo problema ahora. Porque simplemente no sabía lo que quería. Demasiado confuso aún, demasiado temeroso sin saber por qué. Podría hacerlo del modo fácil, calzarse en sus zapatos apilados en un rincón. Conocía la salida a la perfección, solo tendría que bajar rápidamente las escaleras y cruzar la puerta sin mirar a nadie.
Pero entonces no pudo dejar de mirar hacia la cama una vez más, hacia las sábanas arrugadas y las mantas enredadas, rozando el suelo. En el alboroto que se había convertido la habitación con cinco personas en ella. Él quería quedarse, porque le había gustado la idea de sentirse protegido incluso si no estuvo consciente para sentirlo precisamente real. Solo agradeció la serenidad que su corazón le trasmitió con cada palpitar.
Ellos le habían salvado, de cierto modo. Y no lo esperó en absoluto, pero allí estuvieron. Sin poder evitar que le destrozaran la nariz, pero allí estuvieron.
Dudó duramente, meciéndose sobre sus pies con un mohín en los labios. Irse y volver a la soledad que no quería. Quedarse y esperar qué ocurriría a continuación. No tuvo tiempo de pensar un poco más cuando una silueta ingresó silenciosamente.
Los ojos de Taehyung fueron directos a la cama, como si esperase encontrarle aún dormido. Cuando le vio cerca de la ventana, permaneció quieto, temeroso a qué haría Jimin. No hizo nada, Jimin no hizo absolutamente nada. La conmoción se adueñó de sus facciones suaves y parpadeó para deshacerse de las lágrimas.
Taehyung vestía casual. Una camiseta negra con el rostro de Marilyn Manson que reconoció como su favorita. No llevaba sudadera y afuera llovía, fue cuando reparó en que el departamento contaba con calefacción. Un par de risas más provinieron desde abajo. Ellos se miraron un poco más.
Jimin estaba tan cansado de fingir que no lo necesitaba. Cansado de forzarse a sí mismo a ser duro. Pero, ¿Qué clase de persona sería si continuase fomentando un extraño y débil odio que comenzaba a crecer entre ambos?
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HASTA QUE TE CONOCÍ ✿ KOOKMIN
Romance© HISTORIA ORIGINAL. PROHIBIDA SU COPIA Y ADAPTACIÓN. | Hasta que te conocí | Jamás lo comprendió. Tal vez nunca lo pensó. O varias veces renegó de aquel sentimiento anómalo que se aferró indomable en su mente, cuerpo y alma. Quién era aquel y por...