Capítulo 16

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Descalzo, caminó alrededor de la cocina vistiendo únicamente un ligero pantalón de chándal. Mamá no había regresado a casa anoche o tal vez salió muy temprano por la mañana. La duda burbujeó, le hubiese pillado tirado en el suelo del baño entonces.

Se quejó cuando su rodilla chocó contra la encimera. Aún yacía levemente dopado, lo suficiente para sentir su lengua adormecida y la boca seca. Sus movimientos eran torpes, de lentitud excesiva. No le importó, se sentía bien. Ligero. Le gustaba de aquel modo y recordó porqué le encantaba tanto consumir Valium. Una escala mucho más arriba que la marihuana.

Había dejado de tomarlos porque no había reparado en ello desde entonces. Demasiado ocupado con sus amigos. Pasando ratos libre y amenos con Taehyung. Gozando de fiesta en fiesta. No quería dejarlo de lado nunca más y sopesó en la idea de pasar por la farmacia de camino a la facultad para abastecerse con la receta que mamá guardaba en uno de sus cajones. Sería cuidadoso y ni cuenta se daría. De todos modos nunca lo hizo.

Jimin siempre se salía con la suya. De pronto, se preguntó qué quizás se debía a que era muy bueno ocultándose o que en realidad sabían pero no les importaba. Sobre todo a su madre.

Llenó un tazón con frosties y leche y se acomodó en medio del amplio sillón, encendiendo el televisor. Aún no era mediodía y sonrió por primera vez cuando notó que estaban dando su serie favorita de los Looney Tunes. El Pato Lucas siempre había sido su preferido, amaba su mal genio y el carácter charlatán que le caracterizaba. Jimin aún tenía guardado el enorme peluche que papá le había obsequiado cuando perdió su primer diente.

Namjoon y él solían verlo a diario también, antes de que tuviese que partir a la escuela. De cierto modo se había vuelto un bonito recuerdo y se sentía conforme cada vez que podía verlos, sentía que una parte de su hermano estaba con él e inconscientemente acariciaba el lugar en el sofá que utilizaba. Mamá siempre lo regañaba cuando colocaba las piernas encima de la mesa de centro de madera secuoya tan valiosa para ella.

Mesa fea. Voy a colocar mis piernas sobre ti y esta vez mamá no podrá defenderte —Jimin bufó, pateándola como un niño malcriado—. Namjoon debe estar festejando en su maldita tumba por esto.

Incluso si lo intentó, no pudo prestar atención a la serie tanto como quiso. Distrayéndose levemente cuando Elmer Gruñón intentaba darle casa a Bugs Bunny. Los efectos de las pastillas le tenían muy colocado y pensó que la sensación incluso había incrementado. Si permanecía allí un segundo más, se quedaría dormido. Tenía que ir a clases.

El agua en otoño era fría. Muy fría. Pero decidió que meterse bajo el chorro gélido sería lo mejor en un intento por despabilar aun fuese un poco. Sentía los ojos hinchados, considerando la idea de retocarse ligeramente con maquillaje.

Se metió en sus ripped jeans favoritos, sintiéndose fresco como una lechuga a pesar del letargo que le atacaba. Estaría bien, no era la primera vez que vivía momentos como aquellos. Estaba acostumbrado. Siempre dolía con la misma intensidad, pero siempre lograba recuperarse. Se paró frente al espejo, retándose con la mirada. Las esmeraldas en sus ojos yacían opacas y sus pupilas dilatadas parecían devorar todo su color.

Había llorado todo lo que debía lamentar. Se había quejado suficiente como un vil debilucho. Era momento de la autosuficiencia. No tendría misericordia consigo mismo. Ya no más.

Pon ese enorme, precioso y delicioso culo a trabajar.

Se apresuró hacia la salida. Todo lo que quería, era abandonar esa estúpida casa desolada de una jodida vez. Guardó las llaves en su mochila, pero frenó abruptamente sobre sus pies cuando divisó un mustang mach 1 estacionado frente al pórtico. Era rojo y llevaba los vidrios polarizados.

HASTA QUE TE CONOCÍ ✿ KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora