El viento ululó. Una ventisca que se adueñaba de las marrones hojas secas y las arremolinaba, creando un torbellino deforme y ruidoso, como el molestoso piar de los polluelos varados en las ramas de su árbol en primavera. Como el aullido de los perros por las noches. O como el insistente repiqueteo de la puerta trasera de la señora Sara sin reparar.
De pequeño, él solía jugar con las hojas que caían con relativa facilidad en otoño. Mamá lo calzaba en un par de botas amarillas para saltar dentro de los charcos de lodo. Merodeaba por todo el patio trasero y las apilaba por color. Amarillas, rojizas y marrones.
Cuando sus padres discutían, Namjoon lo llevaba al bosque, amontonaban un montón de esas hojas que yacían por doquier y chillaba al volar por los aires, cayendo sobre ellas sin lastimarse en absoluto. Su hermano era muy fuerte y alto, siempre lo levantaba sin mayor esfuerzo.
Elevó la mirada al cielo, hacia las nubes esponjosas y grisáceas. Estaba nublado, pero no hacía frío, al menos no para él. Hace días había dejado de percibir las cosas de un modo frívolo. Se sentía contento, relajado. Más atento y sinceramente sonriente.
Hace tres semanas se había convertido en el muñequito oficial de Jeon Jeongguk. Taehyung lo reñía cada vez que se denominaba de aquel modo despectivo, pero era todo lo que podía conseguir, de todos modos. Había un anhelo persistente, una fogosidad que se adueñaba de ellos cada vez que estaban a solas. Y sentía que nunca tenía suficiente. No con él.
Jeongguk era dominante, soberbio. También era detallista y muy atento. Pasaban la tarde juntos en su departamento y las noches se animaban cuando llegaban los demás. Estudiaban, bebían y fumaban hierba casi como un ritual. Aunque todavía se sentía intimidado, abrumado por la excesiva velocidad que todo estaba tomando. Adaptarse al caos, a las idas y venidas era algo que no podía asumir del todo.
Así que... ¿Jeon Jeongguk está finalmente soltero?
Jimin espabiló con violencia, sobresaltándose al tener el rostro de Jo Kwon a solo centímetros de su nariz. ¿Tenía alguna idea de lo que significaba el espacio personal? Esa sonrisa exuberante le desconcertaba. El chico en sí le desconcertaba. Qué hacía ahí de todos modos.
Entrecerró los ojos y ladeó la cabeza, confundido. Boqueó como un pez fuera del agua y miró hacia Taehyung y Hoseok, compartiendo la misma mesa que él en la cafetería del campus. Señaló discretamente hacia el intruso y Taehyung se metió una papa en la boca, encogiéndose de hombros. La respuesta había sido muy clara: Es tu problema. Su segunda opción fue Hoseok, pero de pronto, descifrar la guía de física era todo un enigma. Traidores.
Apretó los dientes y bramó cuando les vio sonreír. Volvió la vista a Jo Kwon, notando que se observaba diligentemente el esmalte trasparente de sus uñas.
Oye, son muy bonitas —Intentó desviar el tema.
No me tomes por estúpido y responde a mi pregunta.
¿Disculpa? —Frunció el ceño, ofendido. Él jamás solía hacer cumplidos y un, gracias, hubiese estado de lujo. Además, qué le importaba el estado civil de Jeongguk—. Y no lo sé. Ni siquiera sé por qué me preguntas a mí.
Oh vamos, toda la facultad te ha visto con él.
¿Y me da algún derecho o algo?
Estaba totalmente serio, pero la dicha de tener algún tipo de privilegio le estaba haciendo añicos el estómago. Luchó con el impulso de lucir como un engreído y se encogió de hombros.
No era como si Jeongguk y él intentasen ocultar lo que tenían. Caminaban de la mano y chillaba cuando lo alzaba en brazos para arrinconarlo en cualquier sitio, devorándole la boca delante de todos. Esa era la mejor parte de todas. Sin lugar a dudas. Cuando le pillaba desprevenido.
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HASTA QUE TE CONOCÍ ✿ KOOKMIN
Romance© HISTORIA ORIGINAL. PROHIBIDA SU COPIA Y ADAPTACIÓN. | Hasta que te conocí | Jamás lo comprendió. Tal vez nunca lo pensó. O varias veces renegó de aquel sentimiento anómalo que se aferró indomable en su mente, cuerpo y alma. Quién era aquel y por...