I. Tiempo y azar
24 de julio de 2175, Centro Solar. 40 días para volver a 2019.
Muchas veces las aventuras no son como las imaginábamos al principio. El destino es partícipe continuo, juega con nuestra persona, se divierte a su merced, observándonos mientras peleamos con nosotros mismos por ocasiones que muchas veces se nos salen de las manos. ¿O seremos culpables de nuestra situación?, ¿qué decisión pude haber tomado para llegar acá?, ¿hice bien o mal? A veces parece que algunas personas son las favoritas del destino. Las ves a la distancia y sin importar cómo, todo sale a su favor. Hay gente que está tocada por una varita que el destino mismo emplea con total libertad de acción. Creer en que todo en algún momento se tornará a conveniencia dependerá de cada uno.
Ese era Nicolas, una persona que la suerte y la vida parecían no sonreírle con cada momento que vivía. Ahora tendría que verse de nuevo postrado en una cama a menos de mes y medio para su regreso. Estaba acostado, mirando el techo del laboratorio, pensando en todo lo que había experimentado hasta ese momento. Se convenció con la idea de que el precio que pagaba lo valía con tal de liberar aquel futuro, que no era suyo, pero sí de su linaje.
—Gran aventura... —dijo hacia el techo.
Dirigió su mirada alrededor de la camilla y observó los brazos mecánicos ya preparados y expectantes al procedimiento. Exhaló con resignación y cerró los ojos para seguir navegando en sus pensamientos. Todavía quedaban unos minutos hasta que el grupo llegara a la nave y estar presentes al momento del proceso. Mientras surcaba las fuertes e indescifrables aguas de su memoria, una llamada llegó a sus oídos, sacándolo de su estupor.
—Es el joven Michael. —notificó Astra.
—Contesta.
En un holograma frente a la camilla apareció su rostro con una mascarilla, a su alrededor, nada más que oscuridad. Su pobre estado físico se hacía presente con una respiración agitada mientras parecía hablar con más personas.
—Nico, Nico, Nico. Hemos encontrado algo increíble.
—¿Qué pasó?, ¿dónde estás?
—Estoy explorando unos nuevos túneles que hallamos, solo que están contaminados.
—¿Más?
—Sí, creo que son los últimos. —se detuvo para indicar algo a un compañero—. Hemos hecho un barrido del área con un escáner láser.
—Impresionante. En mis tiempos te darían una medalla por tu trabajo. —Michael sonrió al escucharlo.
—Es probable que no llegue al laboratorio...
—No hay problema, tú continúa con lo que haces.
—Perfecto, igualmente lo siento por no estar ahí, Nico.
—Tranquilo. Más bien cuéntame cómo vas con lo de la traducción.
—Avanzando... —hizo silencio, sus ojos se abrieron en su máxima forma de expresión y susurró—. Hemos encontrado una puerta, Nico.
—¿Cuántos más están contigo?
—Somos siete.
—Ten cuidado.
Michael no hablaba, su mirada se dirigía a todos lados y su expresión no parecía decir nada. Nicolas observaba con paciencia al resultado de aquella investigación subterránea. Fueron varios segundos de silencio que se convirtieron en minutos y su antigua manía de morderse las uñas volvió. Lo único que se logró escuchar fue el chillido de la pesada puerta abriéndose.
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La Aventura que Nunca Viví | [Novela]
Science FictionEn 2019, Nicolas Tamàro, un joven temeroso e inseguro atrapado en la agobiante monotonía de su vida, recibe cartas de Joshua, un enigmático viajero del tiempo del año 2175. Joshua revela conocer cada detalle de la vida de Nicolas y le encomienda una...