17.1. Capítulo XVII: Segunda oportunidad | Parte 1

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I. Pasar página


La vida siempre ha tenido esas cosas, te muestra y te hace vivir lo bonito. Esos momentos en los que sientes que tienes todo en la palma de la mano, pero a veces solo basta un simple instante donde algo, aunque sea minúsculo, sale mal, y hace que toda esa confianza se venga abajo. La caprichosa vida nunca dejará que tengas lo que quieres o, por lo menos, no tan fácil. Pero en algunas personas parece que se ensaña y cuando cualquier nimiedad basta para su felicidad, se la arrebata.

El grupo sintió aquel golpe de la vida, lo tenían todo bajo control, pero en un segundo la situación se torció por completo. Si bien las oplinas para los humanoides habían funcionado, se sentía más como una derrota lo que ocurrió. La huida de Edmundo y la muerte de Carlos y de Herrera eran suficiente para opacar la gran creación de la bacteria.

Esa misma noche se hizo una ceremonia a los dos caídos y se dio la noticia a la comunidad que Edmundo Uribe había escapado. Prefirieron mantener en secreto quién fue el que lo ayudo, recayendo por completo en la habilidad del excapitán. La madre del chico no se apartó ni un momento del ataúd, llorando sin consuelo, acompañada de algunos de sus amigos de la unidad. Laura, por su parte, quedó bajo atención en la zona médica luego de estar expuesta a la contaminación exterior, pero si estaba sana tampoco hubiese ido a la ceremonia. La culpa ocupaba cada rincón de su mente. Había matado a un hombre y minutos después, vio morir a su amor frente a sus ojos.

Nicolas se fue a la nave una vez terminado el evento. Estaba fastidiado por cómo todo se salió de control de la nada. Divagaba con sus ideas, se preguntaba por qué Herrera sabía dónde encontrar a Edmundo, cuánto tiempo más habría durado el efecto de las oplinas sobre los humanoides. Solo de una cosa estaba convencido, quería terminar con todo. Aún tenía que recuperarse, pero seguiría puliendo los detalles de las oplinas y el arma que usaría para ese momento. Tendría tiempo con el objeto de coordinar bien el viaje y quienes podrían acompañarlo en la cruzada que le fue impuesta.

Esa noche no hubo reunión grupal. Carolina se quedó con los niños en casa de su hermana mientras ella apoyaba a Silvia en el área médica ante la posibilidad de que Laura necesitara ayuda. Michael también se quedó toda la noche ahí, velando por su hermana. Joshua sabía que Nicolas ya tenía su mente puesta en el viaje, si bien el escape de Edmundo fue algo inesperado e incluso requería máxima atención, no podían detener el plan principal por él. Se dirigió a la nave y, con ayuda de Astra, empezó a diseñar en la mesa central la hoja de ruta de la expedición que tenían por delante mientras Nicolas descansaba.


11 de agosto de 2175, Centro Solar. 22 días para volver a 2019.


En la primera semana, terminaron el arma. Una hermosa lanza con un brillo azul en su punta, de un tamaño proporcional al cuerpo de su portador. Usaba una tecnología al tacto que leía las características físicas de quien la usara, adaptándose a este y así, facilitar su movilidad. Y, como si fuese una escopeta, se abría en dos para meter dentro las cargas de oplinas que aún no se habían terminado.

Nicolas ya era consciente de la existencia de su hija y de su nieto. Vio a través de sus ojos sus percepciones en vida, eran sensaciones que experimentaba como si estuviera ahí. También, empezaba a tener a su disposición datos que Joshua y Julie habían guardado en Braintaro, entre ellos, los planos y materiales requeridos para la máquina de clonación.

Laura ya había despertado y con las primeras personas con las que pidió hablar fue con Nicolas y Joshua. Mostró una personalidad que nunca había dado a conocer, siempre iba con la fortaleza de poder hacer lo que quería sin importar quién se le atravesara, aunque con ellos dos su prudencia prevalecía. Les guardaba respeto y siempre obraba de gran manera para no fallarles. Sin embargo, aquel día que decidió actuar por su cuenta hizo que todo saliera mal. Les explicó qué fue lo que pasó, se disculpó de mil maneras por obrar fuera del plan y haber dicho la ubicación de Edmundo. Y aunque se dirigía a ellos dos, también lo hacía con Carlos y Herrera. Ambos aceptaron su arrepentimiento y entre los tres llegaron a un acuerdo en donde ella quedaba fuera del trabajo de campo del pueblo hasta que su recuperación se haya completado, no la mera salud física, sino también la mental.

La Aventura que Nunca Viví | [Novela]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora