2. Capítulo II: 2175

3 1 0
                                    

—¿Nicolas? ¡Oye! ¡Despierta! —gritaba Joshua preocupado.

Despertó en una habitación bastante sencilla, el aturdimiento del viaje no lo dejaba observar de mejor manera el cuarto. Las paredes en piedra compacta, dos ventanas por las cuales entraba la claridad del día, un escritorio con libros y unos cuantos cuadros en las paredes. No sentía que estuviera en el futuro, pues dichos muros junto con el techo de piedra maciza la hacían parecer de unos cuantos siglos en el pasado, como si se hallaran en plena edad media. Nicolas tenía una idea generalizada debido a las series y películas futuristas de su tiempo, pero nunca lo imaginó así.

—Hola, Joshua. Estoy bien, algo mareado, pero bien. —respondió mientras la cabeza le daba vueltas debido al viaje.

—Que bien, me estaba preocupando. Julie, ven acá, mira quién despertó. —levantó la voz con emoción.

Nicolas con la mente hecha un revoltijo, se sentó en el borde de la cama y ni siquiera se detuvo a pensar en el nombre que había dicho Joshua. Con la cabeza agachada vio el suelo conformado por una impecable madera pulida y procedió a cerrar los ojos mientras controlaba su respiración y así contrarrestar el mareo. Por alguna razón sentía el aire más suave. Alzó la mirada y por la puerta entró una mujer con una bata blanca de laboratorio y con su cabello hecho una cola.

—Nicolas Tamàro... Es increíble, es un placer. Soy Julie Flórez. Son muchos años los que has viajado, debes estar mareado. Ya te traigo algo que podría ayudarte. —dijo mientras salía de la habitación.

La incertidumbre se afincó en el cuerpo de Nicolas por un momento. No lograba asimilar por completo lo que estaba sucediendo, pero se encontraba ahí, en el futuro. 2175. A más de 150 años de su época, aunque la apariencia y el ambiente de la habitación le susurraban en el oído, "Edad Media".

—Yo tampoco puedo creer que estés acá. —dijo Joshua sonriente.

Julie volvió de nuevo a la habitación con una sonrisa de oreja a oreja y su cabello amarrado en una cola de caballo se movía de izquierda a derecha como si de un péndulo se tratase. Traía en sus manos un vaso con una especie de líquido morado en él.

—Este suero debería ayudar a que tu cerebro se estabilice. —dijo ella mientras con un gesto le pasaba el vaso

Cuando recibió el vaso, Nicolas logró observar un anillo en el dedo anular de Julie. Él aceptaba cualquier cosa con tal de que el mareo y el malestar se fueran. Se bebió de un solo sorbo el suero morado, el cual tenía un sabor peculiar que no logró identificar por la rapidez en que se lo tomó. La bebida funcionó y se sintió bien en menos de nada, pero con la incredulidad y la intriga de estar en el futuro y más con ese semblante del siglo XV.

—Muchas gracias, Julie. Es un placer conocerte también. Supongo que tú eres la pareja de Joshua, ¿no? —dijo alternando su mirada a los dos.

—No es nada, acá todo lo que necesites te ayudaremos. —contestó sonriente y giró a Joshua—. Y sí, él es mi esposo.

A ella se le iluminaron los ojos. Ambos se quedaron viendo el uno al otro por un momento, expresando por medio de su mirar cuánto amor sentían. Nicolas los observó como quien presencia un acto de ternura en estado puro, pero luego pasó por su mente que nunca sería contemplado de dicha manera y con un arrebato, moviendo de lado a lado su cabeza, salió del letargo. Desde la cama analizó con más detalle el cuarto en un par de segundos.

La Aventura que Nunca Viví | [Novela]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora