7. Confusiones.

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Entre las audiciones, la escuela, el taller, los entrenamientos, su trabajo  y su nuevo amorío, la vida de Fang parecía un caos.
Era cierto que en parte el había escogido ese camino y no tenía porqué arrepentirse, eso sin duda no hablaba bien de él.

Semanas después de comenzar una nueva relación y gracias a la insistencia y ánimos que le brindaba la chica de cabello rosa, nuestro protagonista se animó a cumplir uno de sus sueños cuando era más pequeño: salir en la tele. Si bien su objetivo era sólo aparecer en pantallas nunca se había preocupado del todo el cómo lo haría y algunas personas lo habían desanimado en el transcurso de su adolescencia diciéndole que no era más que una fantasía de niño y así se quedaría, a pesar de que el pelimorado no se dejaba influenciar tanto por las personas en esa época llegó a creer que de verdad era algo absurdo de imaginar y entonces dejó de un lado eso para concentrarse en algo más productivo como lo eran las artes marciales. Y no las odiaba, en absoluto, como decía su nombre; eran arte para él, era su método de distracción y su escapatoria ante la monotonía, entonces jamás se quejó y realmente dio todo de sí tanto que consiguió estar entre los mejores rankings de la zona.

Pero ahora había dado la oportunidad a algo nuevo; el mundo de la televisión.  Aunque aquello sólo desencadenó más preocupaciones como lo era más dinero para poder inscribirse, transportarse y en las ocasiones en que no podía prepararse comida, también entraban los gastos por insumo a lo largo de todo el día que pasaba fuera de casa.
Entonces tuvo que conseguir un trabajo, menos mal tenía un gran amigo que lo recomendó con su jefe y ahora el también trabaja ahí, no hacía gran cosa, sólo aseo, acomodar, contar productos y cosas básicas dentro de una tienda. Por supuesto su gran amigo era nadie más ni nada menos que..

—¡Edgar! —gritaba con desesperación el chico de mirada semi-oscura mientras buscaba hacia todos lados al chico en cuestión.

Entre sus manos tenía una tabla que sostenía la hoja en la cual llevaba acabo el registro de inventario que realizaba cada fin de semana.

Al cabo de unos minutos dio con el chico de aspecto oscuro (que por esta ocasión portaba un uniforme azul rey, nada su estilo), estaba acomodando unos productos sobre los estantes y cuando vio al contrario sólo levantó su mirada con desinterés.

—¿Que pasó, Fang? —preguntó al ver que el chico sólo le veía y no decía nada.

—¡No lo vas a creer! —su expresión antes asustada ahora se transformaba en una de ilusión, parecía que de sus ojitos saldrían chispitas.

—No me digas... te dejaron salir nuevamente para ir a ver a tu.. novia.

Edgar rodó los ojos recordado la vez en que tuvo una "emergencia" y pidió permiso que claramente le dieron por llevarse tan bien con el gerente a pocos días de conocerlo, pero eso no era lo que envidiaba el emo, era el motivo, es decir, tampoco consideraba molestia era más una especie de preocupación por que su amigo fuese a ser distinto después de haber anunciado su relación, y más con esa chica que cada que lo veía parecía matarlo vivo. No entendía porque lo juzgaba tanto pero él también comenzó a no tolerarla, cada vez pasaba menos tiempo con su amigo gracias a ella y ahí es cuando sentía un poco de celos, algo que jamás le diría a Fang.

—¿Qué? —algo descolocado contestó el más alto, después sólo una risita —La vez que hice eso de verdad era una emergencia!! Pero no, hoy no la veré.. es algo de verdad bueno.. me dieron un papel secundario de más de 5 líneas!!

Terminó por gritar de emoción mientras apretaba sus puños a la altura de su pecho como acto de conmoción, de verdad estaba alegre.
En cambio Edgar demostró su orgullo por su amigo con una expresión de asombro para después acercarse y palmear ligeramente sobre su hombro.

Nadie como tú. [FangxEdgar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora