Con las vacaciones de invierno encima lo que todos buscaban era darse un merecido descanso del estrés escolar, eran días perfectos para tomar chocolate caliente mientras cubrías tus piernas con una suave cobija y mirabas algún interesante programa en la televisión.
La gran ventisca de arena cubría por completo su campo visual, el jovial morocho de atuendo verde poco a poco perdía la esperanza de llegar a el lugar prometido pues cada vez que una tormenta de arena se atravesaba en su camino lo empujaba más a el colapso.
No podía ni abrir sus ojos, pronto se dejó caer sobre la arena y con sus rodillas amortiguó su peso, seguido de ello apoyó las palmas de su mano y trató de mirar al suelo, sus cansadas perlas color miel habían perdido su brillo y podrían ser comparadas igual al seco ambiente.
"Cómo llegamos a esto, príncipe mío.."
Exclamaba desde sus adentros, pues incluso la saliva en su boca había escaseado como la fé en su corazón, pero no se permitiría ser derrotado tan pronto, lucharía por aquel quien era su destinado.
Una gota cayó sobre su cabeza, el aire había cesado, y como una señal del cielo un cúmulo de nubes de junto sobre él. Sus ojos cansados miraban a todas partes, se sentía observado y le preocupaba que fuese algo malo.
—León. —anunció una voz más gruesa.
Detrás del recién mencionado un joven de mayor estatura caminaba con tranquilidad sobre la arena y al llegar a el incrédulo chico de rodillas a él, poco a poco se posicionó a su altura, una de sus manos atrapó su mejilla.
—Te he estado esperando —sin previo aviso el de ojos miel se lanzó a los fornidos brazos del contrario con la poca fuerza que quedaba en su delgado cuerpo, en aquella unión ambos expresaban aquello que no decían.
La interminable búsqueda parecía haber finalizado. Los 30 días que transcurrieron se reflejaban en el desgaste tanto físico como emocional del moreno de cabello castaño, y la imagen de alguien muerto en vida no hacía más que estrujar el corazón del pelimorado.
Sandy tomó entre sus brazos a León, era el momento de llevárselo y desapareciendo entre la neblina, provocada por él mismo, ambos chicos se fundieron en la eternidad.
O habían personas que, en su defecto, preferían concluir una de sus novelas favoritas "El tesoro de Sandman".
Fang se encontraba conmocionado con tan pulcras palabras que impresas sobre el papel del libro entre sus manos no hacía más que ponerle sentimental. A un lado del pelimorado se encontraba un azabache que sólo observaba con lujo de detalle a su novio.
Cada vez que pasaban tiempo juntos parecía tener un nuevo descubrimiento que, a pesar de haber compartido más de 3 años de amistad, eran aquellos pequeños detalles de los cuales no se percataba hasta ahora y de cierta forma le parecía adorable.Inconscientemente Edgar formó una sonrisa en sus labios y su mirada se suavizó mientras que Fang parecía seguir inmerso en su fantasía, fue hasta que empezaron a caer pequeñas gotas de sus ojos que el pelinegro se alarmó y colocó una de sus manos sobre el hombro contrario.
—Hey.. ¿qué sucede? —antes de suponer algo prefería asegurarse de que su novio sólo estaba sentimental por aquel libro que llevaba leyendo hace días.
El antes mencionado asintió con suavidad y con el dorso de su mano limpió los restos de lágrimas para después dirigir su brillante mirada hacia una más oscura.
—Si.. es sólo que.. —sin tenerlo previsto se lanzó en llanto nuevamente pero esta vez incluso comenzó a hipear, Edgar estaba más que asustado por lo que le cubrió con sus brazos y acarició su espalda —M-me pone triste pensar que.. que tú —Fang trataba de ocultar su cara entre el hombro del contrario mientras se aferraba a el abrazo, se sentía tan débil — te mueras o yo lo haga y..
ESTÁS LEYENDO
Nadie como tú. [FangxEdgar]
FanfictionDonde un atleta extrovertido adoptó como su mejor amigo a un introvertido emo, ambos disfrutaban de la dinámica aunque Edgar no lo aceptara mientras que Fang hacía lo imposible para darle indirectas de su amor. El asiático se enamoró de él, ¿pero q...