17. La lista

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El tan esperado día para poder verle había llegado, aunque en realidad lo vio el lunes por la mañana y no eran más que dos días sin él.
A Fang le parecía una eternidad el no poder jugar o hablar con el pelinegro puesto que este se la pasaba durmiendo debido a lo agotado que eran sus revisiones, a ese punto comparaba a Edgar con el pequeño gatito entre sus piernas.

Eran las dos y media de la tarde de aquel miércoles y según su novio había quedado con la enfermera que podría recibirlo a las tres. Aún seguía en su apartamento y dudaba en si llevarle flores a su amado, no sería la primera vez que le regalaba una pero ¿y si se veía exagerado? Suspiró pesadamente y dejó al pequeño animal a un lado suyo, sobre el sillón, para levantarse a volver a cambiarse por algo mas simple y casual, aunque quería mostrar una buena impresión siempre que veía a su pareja pensó que debía reservar aquellas camisas de "gala" para cuando de verdad lo ocupara.

Con todo listo cerró el apartamento y bajo las escaleras del edificio para tomar su moto e irse al hospital. Era una pena que no admitieran mascotas pues se moría de ansias por presentarle al hijo adoptivo de ambos, sonrió por aquella comparación.

Una vez en el lugar sólo le restó esperar a que lo nombraran para que asi le indicaran la habitación y el piso en que se encontraba su chico.

—Fang —una voz lo suficientemente alta lo llamo y fue hacia la enfermera quien le veía con algo de curiosidad —¿Vienes a ver al paciente número 387 Edgar, cierto?

El aludido asintió con determinación y le regaló una amplia sonrisa como era usual en su personalidad.

La señorita no dijo más que darle las indicaciones y dejarlo para continuar con las siguientes personas en su lista, entonces el pelimorado no perdiendo ni un segundo comenzó a caminar con rapidez hacia donde le instruyeron.
Rápidamente llegó a el piso, rectificó todas las puertas hasta dar con aquel número y en cuanto dio con esté simplemente golpeteo la puerta con delicadeza.
Otra enfermera fue quien le abrió la puerta preguntándole sus datos nuevamente hasta que le dejó pasar y el de mirada grisácea accedió más que gustoso.

—HOLA, mi Eddie adorado —añadió con toque meloso en su voz mientras agitaba su mano y a cambio la mirada oscura del mencionado le observaba con cansancio.

Aún así Edgar formuló una diminuta sonrisa. A Fang le sorprendió no encontrar a su madre pero a la vez se sentía con más "privacidad" puesto que la enfermera abandonó el cubículo dejándolos solos.

—¿Cuando podrás salir de aquí? —el pelimorado tomó asiento en una silla al lado de la camilla y acercó una de sus manos hacia los blancos brazos del contrario.

—No lo sé, el doctor habló con mi madre —añadió ronco, no hace mucho había despertado y Fang lo había notado por lo que le pasó un vaso de agua al azabache —Gracias.

—Si no puedes sostenerlo lo hago por ti —comentó en cambio al ver que sus manos temblaban y aquello no hacía más que preocuparse.

Pero Edgar era un terco y orgulloso que negó diciendo que estaba bien, seguido de ello cambió el tema.

—¿Trajiste lo que te pedí?

—Si pero, ¿no afectará si te lo doy? —dijo Fang en voz baja como si fuese un secreto.

—No, tú dámelo —Edgar le siguió el juego y frunció los labios y el ceño.

El más alto inevitablemente echo una pequeña carcajada al ver las facciones de su pareja, le era divertido y adorable, entonces de su mochila sacó una barra de chocolate amargo que era la favorita del emo entregándosela tan pronto la sacó.

Nadie como tú. [FangxEdgar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora