Wizarding World: El Ataúd de Wiggen

CAPÍTULO 29 - SACRIFICIOS

Andrew comprendió que el siguiente obstáculo en el camino iba a requerir ingenio en lugar de habilidades físicas, por lo que dio un paso al frente y se permitió observar el tablero de juego. Esperaba que Hermione hiciera lo propio, por lo que se sorprendió al ver que era Ron el que se ponía a su lado.

—Vamos a necesitar a un profesional del ajedrez mágico para esto. —sugirió Harry, cruzándose de brazos. —¿Listo, Ron?

—¿Sabes jugar? —le preguntó Andrew.

—No sé jugar. —dijo el chico, confiado. —Sé ganar. Creo que todos vamos a tener que ocupar una posición en el tablero. Harry, tú serás alfil. Hermione, la torre. Andrew...

—Yo seré el otro alfil. —le interrumpió. —Atwood, la otra torre. Jade, serás un caballo. Y Susane, ¿te importaría ser la reina?

—¿Me pides que sea tu reina? Faltaría más. —dijo esta, guiñándole un ojo divertida.

Ron miró a Andrew arqueando una ceja, pero recuperó la concentración en la partida al ver cómo los demás se iban posicionando en el tablero. Andrew había jugado muchas partidas de ajedrez con su padre, podía con esto.

—Yo seré el otro caballo. —dijo Ron. —Somos muchas piezas importantes, creo que eso juega en desventaja.

—Tenemos que encontrar una jugada que nos permita ganar sacrificando pocas piezas. —Andrew observó a Jade, que se estaba subiendo a un caballo de piedra en el lado de las negras. —¿Alguna idea?

—No. —Ron tragó saliva. —En el ajedrez mágico siempre hay que sacrificar algunas piezas para ganar.

—Pues hagamos que esta partida de ajedrez pase a la historia por lo contrario. —Andrew le dio una palmadita en la espalda a Ron y fue a ocupar su puesto.

Ron y Andrew ocuparon sus puestos y la partida comenzó. Jugaban blancas, pero no parecían ser muy diestras. Empezaron con clásicas aperturas de ajedrez mágico y tanto Ron como él coincidieron en defender sus piezas y dominar el tablero.

—Andrew, espera. —le dijo Ron, antes de que pudiera mover a Jade hacia el frente. —Hazla retroceder a b8.

—¿A b8? —Miró el tablero, eso la haría volver a su casilla inicial. —¿Quieres jugar la defensa Breyer?

—Es la única que nos permitirá evitar sacrificios en esta partida. —Miró el territorio de las blancas. El desarrollo no estaba mal, pero tenía un par de aberturas por las que podrían colar sus piezas minimizando riesgos.

—Está bien, Ron. —Se giró hacia Jade, que esperaba nerviosa sobre el caballo. —Jade, vuelve a b8. Vamos a recolocarte para atacar el centro.

La partida continuó con movimientos menores de peones y algunos de las piezas más importantes. Por el momento la posición era sólida para las negras y no habían arriesgado demasiado.

—Andrew, mira...—Ron señaló al alfil de las blancas que se posicionaba junto a Jade. Estaba amenazando un intercambio.

—Jade, hay que sacarte de ahí. Ve a...

—¡Espera! —le gritó Ron. —Si mueves a Jade, expones un jaque mate en tres jugadas.

—Pero no podemos dejar que Jade sufra daños.

—Andrew, no te preocupes por mí. —Jade no se esforzaba por ocultar su miedo, pero había decisión en su tono de voz. —Ron, ¿es lo mejor para la partida?

El pelirrojo divisó el tablero, posiblemente buscando jugadas de contraataque que obligaran al alfil a retroceder. Andrew trató de ayudarle, pero las opciones eran escasas. Jade tendría que caer.