Libertad.

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Ayer me sentí libre, sí, me sentí libre. Ayer me dejo de importar definitivamente lo que pensaban los demás.

Todo comenzó mientras estudiaba economía, eran las seis y media de la tarde, y mi amiga vino a acompañarme. El calor era insoportable y de pronto soltó la pregunta: "Tía, ¿nos vamos a la playa?".

Lo medite un momento, hacia calor y algo en mi me gritaba que necesitaba urgentemente huir, salir corriendo de esa casa. Dije si, un si con entusiasmo. En veinte minutos estábamos saliendo del edificio. Nos subimos a su coche, pusimos la música a tope, bajamos las ventanillas del coche y arrancamos. La música estaba altísima pero aun así conseguías escuchar mi voz cantando cada canción a gritos, cante con mas fuerzas aquellas canciones que me recordaban al infeliz de mi ex y reí, reí mucho.

Al llegar a la playa algo en mi cabeza dejo de pensar. De pensar en lo que todo el mundo pensaba de mi. Al llegar a la arena me quede en bikini como una loca, tendí la toalla en la arena y mi amiga se sentó en ella junto con nuestras cosas. Y yo... Yo eche a correr como una loca, corrí hacia el agua llena de ganas de tirarme de cabeza. Entre en el agua sin miedo y disfrute como una niña.

Me sentí yo sin tabús, estaba en el agua riendo como una posesa, en ese instante fui la chica mas feliz del planeta y juraría que mi risa se escucho por toda la playa. Me dio igual que el chico que me gusta, no me prestara la atención que quería, lo que pensara mi madre, que mi familia estuviera patas arriba, me dio igual los mil trabajos que tenia que hacer y los exámenes que tenia que aprobar , me dio igual que entre mis amigos hubiera una guerra campal. Pero lo que menos me importo fue él, el chico que me mato en vida. Me dio igual el diablo, dejo de doler el echo que me tratará como la mierda durante tres años de vida, los que más tenia que haber disfrutando, me dio igual que me engañara en el pasado o que me cambiara por una chica que apoya su cinismo. En ese momento en la playa los mande a la mierda a los dos y aunque mi madre me diría que jamás debería desear el mal, lo hice, los mande directos al infierno. Con esos pensamientos. me sentí tan bien y riendo sin parar también. La mayor estupidez que cometí en mi vida fue pensar que él me amaría de verdad y que ella me entendería.

Secuelas de un corazón roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora