35

63 8 11
                                    


Fernando aparca en la puerta principal y nos bajamos las cuatro, cada una llevamos una bolsa con nuestra ropa para la boda. Ya es casi de noche y mientras comprábamos los vestidos Adrián me llamó para avisarme de que esta noche cenaríamos todos juntos, incluyendo a mi padre. Pensar que le voy a volver a ver me pone nerviosa, no sé si mi padre está enfadado por haberme ido de casa, quizás ni se digne a dirigirme la palabra. Para él debo ser lo más vergonzoso que le ha pasado a esta familia, a veces hasta yo lo pienso.

Cuando le conté a Adagio y Sonata que cenaríamos con mi padre, Sonata me miró preocupada y aunque ha intentado que nos quedásemos a solas para preguntarme en varias ocasiones no he parado de evitarla.

Al entrar en la casa, vemos a Adrián tan trajeado como siempre hablando con Ana. Ambos se percatan de nuestra presencia y se acercan a nosotras. Adrián se acerca sonriente y se dirige en primer lugar a darle un pequeño beso a su futura esposa. Después, se acerca a mí para abrazarme y por último le da dos besos en la mejilla a Adagio y Sonata.

—Me alegro mucho de que hayáis venido —nos dice Adrián sin dejar de sonreír ni un solo minuto. —Veo que ya habéis ido de compras...

—Sí, ya te llegará la factura —le digo.

Ardían se acerca a mí y me vuelve a abrazar.

—Me parece perfecto. Por cierto, estaba hablando con Ana sobre la cena de esta noche. Estará todo listo en poco más de una hora — nos informa Adrián.

Ana asiente confirmándolo.

—Vale pues nosotras nos vamos a duchar y a cambiarnos de ropa para la cena —le digo a Adrián y miro a Adagio y a Sonata para que me den el visto bueno.

Ambas asienten, nos despedimos de mi hermano y Nahia y subimos las escaleras con nuestras respectivas bolsas para dirigirnos a los dormitorios.

—No vayáis a mirar mi vestido mientras me ducho —bromea Adagio.

—Bueno ya sabemos que es un vestido —comenta Sonata.

—Mierda... —musita Adagio llevándose la mano a la cabeza y Sonata y yo no podemos evitar reírnos.

Al llegar a mi habitación me despido de ellas y entro rápidamente, ya que me ha parecido notar que Sonata quería volver a intentar hablar conmigo. Guardo la ropa para la boda en el armario y me dirijo a mi cuarto de baño. La verdad es que me va a venir muy bien darme una ducha para relajarme y despejarme.

(...)

Cuando salgo del baño, veo a alguien sentado en mi cama y por un momento me da un vuelco al corazón.

—¡Joder, Adagio, que susto me has dado! —digo mientras me seco el pelo con una toalla.

—Perdona, es que Sonata se ha metido a ducharse primero y me aburría en mi habitación —me explica —Que por cierto, Sonata está rara, ¿verdad?

—No lo sé, no me he fijado en ella —miento.

—Voy a hacer como que me lo creo... Yo te digo que está rara y que se ha dado cuenta de que te pasa algo con ella —me informa Adagio.

—¿Por qué dices eso?

—Pues porque ha sido entrar en nuestra habitación y me ha preguntado que si te pasa algo con ella porque siente que la estás evitando —dice ella mirándome fijamente.

—He sido muy obvia... —suspiro.

—Bueno siempre le prestas mucha atención, en el momento en el que ella haya notado algo distinto se ha mosqueado —dice Adagio levantándose de la cama. —Yo le he dicho que no creo que te pase algo con ella, que estarás rara por volver. Procura que no se te note si no quieres hablar con ella todavía.

La Promesa de Aria || Sonaria ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora