A pesar de la insistencia de Sonata para que le contase a dónde íbamos, he conseguido no decírselo y a la vez no matarla por pesada.
—Pues aquí es... — digo señalando la entrada cuando llegamos.
Sonata observa el lugar buscando pistas que le den la respuesta de porqué he elegido venir aquí. Dos chicos salen del local para fumar y, después de encender cada uno su cigarro, se besan.
Sonata me mira frunciendo el ceño y yo no puedo evitar reírme.
—¿En serio? ¿Un bar gay? — dice extendiendo sus brazos.
—Si no quieres entrar no te voy a obligar... Lo he hecho para ayudarte. ¿Cómo piensas sino resolver tus dudas? — le pregunto.
Sonata se queda callada pensativa. Hace frio y a mí no me apetece estar aquí parada así que decido forzar un poco la situación. Al fin y al cabo, sé que quiere entrar pero le da vergüenza. A veces, es fácil leer lo que piensa mientras que otras se me hace imposible.
—Te he traído aquí, porque tú misma me dijiste que aparte de mí en tu ambiente habitual, no conoces a nadie que no sea hetero, al menos que tú sepas... Si quieres conocer a más gente esta es la forma más fácil... — le digo cogiéndola de su mano derecha — Además, no vas a estar sola. Yo estoy aquí alejando a todas esas bolleras que te van a acosar y a las que no te gusten — digo guiñándole un ojo.
Ella se ríe nerviosa.
—¿Qué pasa tienes miedo? — le digo para provocarla.
Sonata me fulmina con la mirada a la vez que me sonríe amenazante. Comienza a andar hacia la puerta del local y yo me veo arrastrada por ella, ya que seguimos agarradas de la mano.
—Hey, hey, espera... — digo parándome en seco.
Ella me mira frunciendo el ceño.
—¿No pretenderás entrar agarradas de la mano? — le pregunto levantando nuestras manos — Si se creen que somos parejas. No vamos a ligar — le explico.
—Tienes razón — me responde y yo sonrío satisfecha cuando nuestras manos se separan.
Al fin entramos. No venía desde diciembre y lo único distinto a aquella vez es que los adornos navideños han sido cambiados por decoración sobre San Valentín. Sonata barre todo el local con la mirada, analizándolo todo. Su actitud me hace gracia ya que parece como si para ella hubiésemos entrado en otra dimensión.
—Vamos a buscar algún sitio donde dejar las cosas y poder sentarnos — le digo muy cerca ya que estamos al lado de los altavoces.
El local está bastante lleno y poco a poco nos vamos haciendo paso entre la gente hacia el fondo del local, dónde hay varias mesas y sillones. Sin embargo, y como no era difícil de suponer todas están ocupadas.
—Mira allí, corre — me dice Sonata.
Impulsivamente comienza a 'correr' (o lo intenta ya que los taconazos que lleva no dan para más) hacia un sillón que han dejado libre tres chicas, muy guapas, por cierto. Al pasar por mi lado, le sonrío a la que pasa más cerca de mí y ella me devuelve una sonrisa coqueta.
—A ti en las rebajas nadie te quitará las gangas, ¿verdad? — bromeo al llegar al lado de Sonata.
—Los ricos no vamos a las rebajas — me dice guiñándome un ojo.
Yo rodeo los ojos y le sonrío, mientras dejo mi abrigo junto al suyo. Me acerco más a ella para no tener que alzar mucho la voz. Lo último que quiero es acabar afónica esta noche.
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La Promesa de Aria || Sonaria ||
FantasyCuando Aria era pequeña se prometió así misma que nunca se enamoraría. Promesa que ha mantenido durante sus 20 años de vida pero... ¿por cuánto tiempo más podrá mantener esa promesa? Esta es una adaptación :) Historia Original "La Promesa de Pau...