Propuesta alternativa

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Una continuación no muy lineal de "El travieso profeta pretende quedarse con el Rey de Asgard" donde Nostradamus decide subir la apuesta de su relación con Odín. ¿Cómo resultara eso?

Para averiguarlo, a leer.

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Apenas abre un ojo, nota que no puede porque su propio peso contra la cama se lo impide y de mala gana, ladea la cabeza para despertar.

Maldición, esta molido.

Las mañanas son muy agradables en Asgard, con el cielo iluminándose de dorado y el calor mermando la helada de cada noche nórdica; es una bienvenida tibia bastante reconfortante.

Michel Nostradamus contempla el techo alto y blanco, todo opaco y sin gracia, estirando una mano perezosa por la gran y amplia cama para no encontrar nada sino más frio sobre las sábanas, sin ningún cuerpo del que apoyarse para entrar en calor.

Da un suspiro, resignándose a recoger una almohada al azar y restregar su rostro allí para volverse a dormir.

A poco de caer en sopor, sus ojos se abren contra su voluntad y sus iris toman la forma de estrellas.

Vaya, apenas empieza el día y ya lo abordan las visiones.

Deja que el futuro se manifesté en sus ojos sin otro remedio, pero tan pronto lo hace su cuerpo entra en tensión e inmediatamente brinca, parándose en la cama con la cara absorta.

— ¡No, eso es demasiado...!

Completamente despierto, Nostradamus busca salir mientras ve vistazos del futuro próximo, casi tropezando con las largas y sedosas sabanas acumuladas a su alrededor. "¡Me volvió a tapar como si fuera un bebe!". A media queja, siente escalofríos desde su espalda baja a toda su columna.

Justo en ese momento, la visión acaba y Nostradamus ve sus propias piernas, flojas y abiertas mientras esa conocida tensión lo recorre de pies a cabeza.

— Te pasaste de bruto anoche, Oddie— murmura, observando las nuevas marcas y moretones morados alrededor de sus muslos internos, especialmente su cadera convertida en un cinturón hecho de dedos grandes— ¿Acaso no quieres que salga hoy?

Dejarlo casi lisiado es inútil, ¡Va correr tras ese viejo y lo hará pagar!

Eso dice, pero tiene tantos problemas para salir de la cama como para vestirse como el clima nórdico exigia. A juzgar por la luz filtrándose entre las cortinas de la ventana, le costó más de una hora lograr estabilidad con su propio cuerpo.

Sigue demasiado sensible, pero al diablo que eso lo va a detener.

— Nuevo día, nuevo juego.

Tanto sirvientes como asistentes del palacio no pueden ocultar su perplejidad al ver a Michel Nostradamus usando él pasamanos de la escalera como deslizador en vez de bajar por los escalones como una persona normal. Tampoco saben de dónde saca la energía para gritar "¡Buenos días, mis futuros súbditos!" en lo que salta por todos lados, claramente en busca del señor Odín.

Es un mocoso impertinente y terriblemente inquieto, ¿No se cansa de saltar y gritar como si fuera su casa? ¿Qué derecho cree que tiene?

Lo peor, o mejor, dependiendo del caso, es que Nostradamus no encuentra al Venerable Odín Asgard por ninguna parte y hasta que se digna a preguntar donde esta, enterándose que se halla encerrado en una reunión de consejo nórdico, es que el rubio se detiene y bufa de mal humor.

No le creas a tus hijos cuando digan que soy demasiado joven para ti (NostraDin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora