Pero no me dejes querer quedarme

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Voces en mi cabeza, en mi cama

En vez de estar llena de ti

Tomate tu tiempo

Mientras juego contigo

Y pretendo que todo es verdad

Flume - Say It ft. Tove Lo

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Rara vez tuvo un sueño satisfactorio.

En un parpadeo ve que el techo sobre su cabeza no le es familiar y lentamente se endereza para nivelar su cuerpo, de nuevo erguido y en control.

— Hhn, ¿perro de caza? — murmura una voz, riéndose entre dientes.

Observa la figura en el lado contrario de la cama. Lo que alguna vez fue un lienzo inmaculado de color blanco ha sido salpicado en rojo pasión con la firma de dedos largos tan duros que forman moretones, el suelto cabello dorado enfatiza las improntas en la tierna piel, que luce maltratado y violentado que debería dolerle. Aunque sabe muy bien que está sonriendo contra la almohada.

Y babeando.

— ¡Que forma de adiestrarlo! — grito de la nada, tirando de las sábanas grises como si estuviera en peligro de perderse algo que solo está en su cabeza.

Inmediatamente después, el niño cae de espaldas con una mueca de dolor.

— ¿Y esto?

El joven de ojos azules frunce el ceño, sin reconocer donde está y porque se encuentra allí, hasta que se fija en su acompañante, que no ha movido un músculo.

— Eres real...

El Padre de Todo, Odín Asgard, se endereza para pasarle la mano sobre la cara. Observa su propio reflejo en el cielo despejado del menor y le acaricia el ojo izquierdo con su dedo, rozando las pestañas.

Una explosión de colores como una estrella estrellada se presenta en esos ojos profundamente azules mientras observa a Odín como a un cuadro magnífico.

— Sí, lo eres— El rubio hace un intento por mover las piernas como si quisiera bailar, apenas sintiendo la cintura para abajo a pesar de estar todavía recostado.

— Michel— reprende Odín.

— Te ves mejor que todas mis fantasías juntas— dice Michel sin filtro y claramente alegre.

— ¿En cuántas fantasías me quieres?

— Todas, pero siempre quedaron como ideas mías. Es lo mejor que tengo, porque no puedo soñar contigo.

La emoción de saber que todo lo que vive y toca es real lo tiene alucinando de felicidad, hasta se atreve a coger la mano diestra de Odín para frotarla contra su propio rostro y enredar las piernas alrededor de la cintura del hombre mayor.

En otras circunstancias sería insultante ser cuestionado después de penetrar todas las intimidades de alguien para que a la hora siguiente actué así de incrédulo, pero nadie más que Odín Asgard entiende la anomalía del poder de Michel Nostradamus. Por eso, lo deja ser mientras más se acurruca contra él.

— En tu reino de muertos, ¿Permiten soñar? Soy un pecador, así que debería sufrir... Pero estoy despierto.

— ¿Qué tonterías murmuras ahora?

No le creas a tus hijos cuando digan que soy demasiado joven para ti (NostraDin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora