Mejor sabor

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La cara de Nostradamus era más mentirosa que un político haciendo promesas en elecciones.

— ¡Perdón, perdón, no lo vi! Fue un descuidado horrible, ¿verdad?

El niño sacudió su mano frenéticamente, la comisura de sus labios aguantándose la risa mientras su teatro de culpable no engañaba a nadie.

Cualquiera se horrorizaría de su desfachatez, pero Odín Asgard solo lo observo fieramente, sin atisbo de furia más que una resignada impaciencia.

— Habrá costado muchísimo, si estaba en tu vinoteca...

— Ocho millones.

La seca respuesta de Odín habría dejado helado a toda persona con un uso mínimo de juicio y cautela, pero Nostradamus era Nostradamus.

— Te lo pago con mi próxima predicción mala. ¡Incluso si miento ganare dinero con las desgracias!

Ese era un terrible método de negocios, sin mencionar que subestimaba la importancia que tenían sus verdaderas predicciones, pero seguía teniendo lógica.

— En fin, no te pongas borde. Odín, solo fue media botella y-

De un momento a otro, Michel fue volteado a gran velocidad. Fue tan repentino que apenas sintió la gran mano de Odín sujetándole la cintura y la fuerza de su agarre para darle la vuelta, obligándolo a mirar hacia la puerta de la habitación.

Nostradamus parpadeo, pensando que realmente había cabreado al sabio de Asgard al punto que no quería verle la cara. ¡Con lo bien que iban últimamente...!

Un pequeño y profundo pavor se alojó en su corazón, pero así como vino fue eclipsado por pura conmoción al sentir la mano diestra de Odín afianzarse en sus caderas, mientras la otra le subía rápidamente la polera hasta quitársela de un tirón.

Nostradamus tuvo escalofríos a la hora que Odín ejecuto maniobras sobre su espalda desnuda.

Estaba tan fuera de guardia que sus piernas comenzaron a temblar como gelatina, totalmente consciente de la posición de los dedos de Odín sobre su piel. Peor cuando una sensación caliente y húmeda alcanzo el centro de su columna, Michel se mordió los labios para evitar gemir.

Desde hacía un tiempo comprendió que sus continuos acercamientos y maneras de tratar a este hombre se volvieron una segunda naturaleza para él, al punto que su cuerpo lo reconocía incluso si solo eran sus manos. ¡Hasta podía sentir la mirada de Odín a distancia! A veces regañándolo en silencio, pero ya era algo.

Sin darse cuenta, su coqueteo sin tregua paso de ser una táctica para fastidiar al anciano a convertirse en un habito que le gustaba bastante, al punto de volverlo costumbre. ¡Estaba condenado si reconocía tremenda desventaja! ¿Cómo es que un adonis como él se sometió a un roble de mil años? ¡Algo no estaba bien!

De lo que más se queja es que Odín no le ha cedido terreno. ¡Ni siquiera ha sucedido lo más candente!

Sera posible, apenas se habían besado un par de veces y ya tenía adicción porque lo tocara. ¿Sera algún truco? ¿Lo habían dopado? ¿Se trata de algún hechizo nórdico del que no sabe? No es normal pensar que las manos de Odín vertían afrodisiacos y que encima funcionaran nada más lo roza.

Con Odín sobre su primordial zona de gravedad, pasándole los dedos y la lengua, su hambre por él se disparó.

— No sabía...que te gustaba tanto este vino.

— Ha sido tu culpa, no dejare que se desperdicie.

Por mucho que quisiera ampliar la mira, solo lograba ver el largo y lacio cabello oscuro del mayo, cuyos mechones creaban una cortina que le dejaba poco margen.

No le creas a tus hijos cuando digan que soy demasiado joven para ti (NostraDin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora