2. Se ha tragado a Chuck Bass.

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Nunca había amanecido en otra cama que no fuera la mía, esa sensación era nueva para mí. Abrí los ojos y no sabía dónde estaba. Miré a mí alrededor, había una chica ordenando cosas. ¿Quién era?...

Juliet, es tu nueva compañera, ¿recuerdas?.

Mierda, sí. Gracias conciencia.

-- Buenos días 'ma chérie'.

Escuché estas palabras muy lejanas. Estaba estirándome con mucha fuerza, intentando que mi cuerpo se desperezara.

-- ¿Qué me has llamado?... – pregunté, girando mi cuerpo hacia ella, y volviendo a poner mi cabeza en la almohada. Me costaba tanto despertarme...

-- Es un apodo cariñoso, en francés. – subí las cejas y apreté los labios, asintiendo. – Voy a ducharme, quiero ir a dar un tour por el campus.

-- Yo también debería hacer lo mismo, pero levantarme es tan complicado... -- se me cerraban los ojos, inevitablemente.

-- Si quieres vamos juntas, al menos el camino se hará más entretenido...

-- ¡¿Andando?!... – levanté la cabeza, gruñendo.

-- ¡Está a quince minutos Juliet!. – Camille se reía.

-- Pf...

-- Voy a ducharme, ¡levántate 'ma chérie'!.

Camille salió por la puerta de la habitación. Cuando se cerró, mi cabeza aún en el quinto sueño se cuestionó a dónde iba, después caí en la cuenta de que el cuarto de baño estaba fuera, y lo teníamos que compartir.

Espera, espera. ¿Has dicho compartir?.

A partir de ayer compartía cuarto de baño con mi novio y Camille.

Se te olvida alguien.

¡Claro que no se me olvida nadie!.

Piensa.

¡Es verdad, el estúpido de las nike!.

Genial.

Mi cabeza tenía un diálogo ella misma, cuando fue interrumpida por unos nudillos que golpeaban la puerta con bastante insistencia.

-- Voy, voy. – estaba tumbada en la cama, aún no me había levantado, y no me quedó más remedio que hacerlo rápidamente. O rompía la puerta.

-- Mira a ver si tardas más...

-- Me acabo de despertar Milo. – le dije, apoyada en la puerta y frotándome la cara.

-- Y no me das ni un beso de buenos días.

-- Estás tocando tú, deberías dármelo tú a mí.

-- Claro, porque tú no has venido a mi habitación. -- ¡UF!. Solté la puerta y fui directa hacia mi cama, poniendo los ojos en blanco.

-- Qué quieres Milo. – resoplé.

-- Nos vamos.

-- ¿Qué?.

-- Que nos vamos. – Milo miró alrededor, a todas mis cosas exactamente. -- Genial, aún no has deshecho las maletas. – Fue directo a agarrar mi bolsa de deporte, y lo paré rápidamente.

-- ¡Espera!, ¿qué haces?.

-- Llevarte a casa.

-- ¿Qué dices, te has vuelto loco?.

-- No vas a vivir en una residencia de tíos.

-- Es temporal, ¿qué mas te da?. Además, deberías estar feliz, ¡estamos a menos de cinco metros!.

Susúrrame al oídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora