11. Nadie en este mundo podría resistirse a Kai Parks.

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-- ¿Qué haces?... – Cami me miraba sin entender qué hacía.

Entré en la habitación a toda prisa, como si fuera el primer día de rebajas. Y me subí encima de mi cama, de rodillas, pegando mi oreja a la pared, ya que al otro lado estaba la habitación de Parks.

-- Calla, que no me entero. – le ordené que se callara, con mi dedo índice sobre mis labios. Necesitaba enterarme.

-- ¿Chisme?, yo también quiero. – a Cami le pareció genial la idea de ponerse a mi lado e intentar escuchar. Así que ahí estábamos las dos, mirándonos la una a la otra, con nuestras orejas pegadas a la pared e intentando escuchar algo. -- ¿Qué se supone que tenemos que oír?.

-- A Parks. Está con Giorgia en su habitación.

-- Claro, tía. Son novios. – mi amiga se pensaba que estaba loca. Despegó su oreja de la pared, arrugando sus cejas porque no me entendía en absoluto.

-- No lo son. – aclaré. Y bien aclarado. Que no hubiera dudas.

-- Espera, Espera. ¿Te gusta Kai Parks?. – abrió los ojos de par en par.

-- ¡Claro que no!, ¿estás loca?. Tengo novio. Solo es chisme. – Cami me miraba raro. No sabía hasta qué punto me estaba creyendo lo que le decía. – Corre, corre, que se escucha algo. – le avisé rápidamente, y volvió a poner su oreja en la pared.

-- Kai, ¿me puedes decir qué te pasa conmigo?.

-- Giorgia, eres muy pesada. Déjame en paz, en serio. No puedes presentarte aquí cada vez que te de la gana, y menos a estas horas.

-- Necesitaba verte Kai.

-- Me agobias. Mucho.

-- ¿Qué te agobio?, ¿entonces por qué me besaste el otro día?.

-- No quería darte esperanzas de nada. Fue un error.

Cami y yo nos mirábamos con los ojos de par en par. Me tapaba la boca con la mano, era súper fuerte lo que estábamos escuchando. Ella agitaba su manos, mientras vocalizaba varios 'qué fuerte, qué fuerte'. Estábamos escuchando a un Parks bastante duro al hablar, y a una Giorgia arrastrándose. Algo inusual en ella.

-- ¿Que no querías darme esperanzas?. Solo juegas con las tías Kai. No sabes querer a nadie.

-- No. No sé querer, ni quiero. Por eso es mejor que te vayas.

Escuchar a Parks admitiendo que no sabía querer, ni quería hacerlo, me chocó bastante. Mi corazón sintió algo muy extraño, como si doliera. Aunque era de esperar, un tío así estaba claro que no podía ser ningún príncipe azul. Sería mejor que parara con todo esto. Lo que no sabía era si iba a ser capaz. Si iba a poder dejar de sentir ese cosquilleo cada vez que lo tenía cerca. O si iba a poder sacarlo de mi cabeza.

Me separé de la pared, y Cami continuaba con la oreja pegada. No sé qué escuchó, pero abrió los ojos aún más, casi saliéndoseles de las órbitas, y me miraba fijamente tapándose la boca con la mano. Pasaba de seguir escuchando. No le iba ni a preguntar, prefería no saberlo.

Me senté en la cama, y me quedé unos segundos pensativa. Digo segundos porque en el rellano se comenzaron a escuchar gritos. Cami se acercó hacia mi, preocupada. No sabíamos quién era, pero tardamos poco en descubrirlo.

-- Tía esa voz, parece tu novio. – me señaló hacia la puerta. Y sí, en cuanto escuché a alguien cantando, supe que se trataba de Milo.

Me levanté de la cama lo más rápido que pude, y abrí la puerta bruscamente. Milo estaba apoyado en la pared, con una mano, y se reía a carcajadas. Genial.

Susúrrame al oídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora