28. La parejita del año.

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Creo que he llegado a la conclusión de por qué me va tan mal en el amor, y es porque me fijo en los chicos equivocados. Ahora mismo estoy en un mar de dudas. No sé si dejarme llevar, o andar con pies de plomo porque este chico me va a romper el corazón. Otra vez. Para Kai Parks, parece todo un juego, pero yo estoy empezando a sentir algo mucho más fuerte, lo sé. Y tengo miedo.

Me lavaba los dientes pensando en la sonrisa de Kai, para qué mentir. Me volvía completamente loca. Y como parece que lo invoque, apareció por la puerta, sin camiseta, y recién levantado, todo despeinado y carita de bebé dormilón.

-- Buenos días por la mañana. – entró, viniendo directamente hacia mi, al lavabo, mientras se frotaba el pelo.

-- Oh, no. Espera fuera, salgo enseguida. – puse mi mano en su abdomen al desnudo, echándolo hacia atrás. Notar las yemas de mis dedos en cada uno de sus abdominales, me puso a cien de buena mañana.

-- No me toques así, Juliet, que no respondo. – sonrió.

-- Eres muy pesado. – puse los ojos en blanco.

-- Pero te gusto, lo sabes.

-- ¿Por qué eres así?. – pregunté, cruzándome de brazos. -- Tan creído, tan sobrado. Tan seguro de lo que dices.

-- Porque tú a mí también me gustas. – lo dijo tan normal. Apartándome hacia un lado, y cogiendo su toalla para lavarse la cara.

-- Uf. ¡Me caes fatal!. – me ponía nerviosa su sobradez.

-- Ya. – rió, entre dientes. Y me dio aún más rabia.

-- Que te den.

-- ¿Qué has dicho?. – me agarró de la muñeca, evitando que me alejara de él.

-- Que te den. – lo repetí, más cerca. Mucho más cerca. Tenía los ojos aún hinchados.

-- Tu vida es más interesante desde que me conociste. Admítelo.

-- En tus sueños. – lo dije más cerca aún, casi rozando sus labios, para que lo escuchara bien.

Me miraba los labios, conteniéndose. Largos segundos que acabaron con su boca junto a la mía. Me besó con mucha intensidad, digamos que la pasión de ese beso, superaba cualquier otro. Y yo le respondí.

Pasaba sus manos por todo mi cuerpo, con rapidez, con fuerza. Apretando mi cuello, mi espalda, mi culo, mis muslos, hasta que finalmente me impulsó y me agarró hasta subirme encima del lavabo. Seguíamos besándonos. Nuestras lenguas se movían intensamente y nuestras respiraciones estaban aceleradas. No pensaba, solo nos dejábamos llevar.

-- Para. No puedo. – le frené, de golpe, y me miró con cara de no entender nada.

-- ¿Por qué?.

-- Porque no. – le aparté, me bajé, y salí del cuarto de baño. Le dejé así, con ganas de más.

Me senté en mi cama, y me tapé la cara. Qué cojones me estaba pasando. Jamás había estado tan confundida. Jamás. No quería seguir con esto. Me estaba enamorando. Y ya sabéis, quien se enamora, pierde.

Esperé un rato, lo que tardé en prepararme la bolsa para entrenar y escuchar la puerta de Kai cerrarse. No quería verle.

Puse rumbo al campus después de despedirme de Sully, que estaba sentado en su mostrador, triste y abandonado por mi amiga.

Iba con mis cascos, escuchando a Taylor. Necesitaba esa dosis de empoderamiento.

-- Juliet. – escuchaba mi nombre, lejano. Iba cantando en voz baja. -- ¡Juliet!. – me aparté los cascos, y ahí estaba, el coche negro de Kai Parks.

Susúrrame al oídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora