22. No te montes películas Kay.

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Llegué a clase bastante pronto, no me preguntéis por qué. Tuve varias pesadillas, que no me dejaron dormir muy bien, y en todas aparecía Milo. Mi subconsciente no paraba de traicionarme, y no me dejaba sacarme de la cabeza todo lo que me atormentaba hasta ahora. Necesitaba decirle a Milo que lo sabía todo y que hasta aquí habíamos llegado él y yo. Mañana era la fiesta, y se acabaría esta pesadilla.

-- ¡Eh, qué haces, idiota!. – miré a mi izquierda. Yo estaba sentada en mi mesa, esperando a que Kayley llegara, pero cuando lo hizo, fue hecha una furia, y siendo empujada por Parks. Evitando que se sentara a mi lado.

-- Podrás sobrevivir sin sentarte hoy aquí, primita. – dijo él, sentándose de golpe, a mi lado. Yo los miraba, sin entender la escena.

-- ¿Puedes levantarte?, es mi sitio Kai. – dijo mi amiga, haciendo gran énfasis en 'mi'.

-- Nop. Ya le he dicho a James que te sientas con él, no le rompas el corazón. – respondió, en tono vacilón.

-- No seas idiota. – se lo tenía que decir. Cuando se ponía modo 'Kai Parks', le mataría. Él tan solo, me sonrió.

-- Buenos días Baker. – comenzó a sacar sus libros, como si no hubiera pasado nada. Kay se fue, refunfuñando.

-- ¿Por qué has hecho eso?. – pregunté.

-- Porque me apetecía sentarme al lado de la más torpe del equipo.

-- Deja de decir eso. ¡Yo no soy la más torpe!, solo me tropecé. – soné algo picada, porque le hizo gracia. – Deja de reírte, Parks. – le miraba, presionando mis labios y arrugando mis cejas.

-- Estás guapa enfadada. – apoyó sus brazos encima de la mesa, cruzándolos. Sin dejar de mirarme.

-- Idiota. – puse los ojos en blanco.

-- Este idiota tiene la información que necesitábamos. – abrí los ojos de par en par, sorprendida.

-- Dispara.

-- ¿Dispara?... – comenzó a reírse. -- ¿De qué año es esa expresión, Baker?.

-- ¡Cuenta, pesado!. – le golpeé el hombro, sin suavidad.

-- La novieta de tu querido Milo...

-- De querido nada. Gracias. – dije, con el tono más estúpido que pude.

-- Bueno, Evelyn creo que se llama.

-- Ni me acuerdo de su nombre, la verdad.

-- Va a ir de vampiresa.

-- OH, no. ¡Me niego!. Un no rotundo. Un no más grande que una catedral.

-- Baker...

-- No, ni en tus mejores sueños me disfrazo yo de vampiresa.

-- Es solo un disfraz, no seas así.

-- Abandono tu plan. ¡Es ridículo!.

-- ¿Y carnicero sangriento no lo es?. – dijo, con una sonrisa que no pude evitar reírme. Me encantaba verle sonreír, no me escondo.

-- Sí, lo es. – me reí tapándome la boca con las manos.

-- Ah, ¿tú si haces el ridículo y yo no?...

-- Parks, tú siempre haces el ridículo. – le vacilé.

-- Ah, que yo hago el rídiculo... -- me respondió modo '¿si?, te vas a enterar...'.

Iba a decir algo más, pero como estábamos tan desconectados de la clase, que ya había empezado... El profesor repartía los trabajos, o mejor dicho, las calificaciones de los trabajos.

Susúrrame al oídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora