Capítulo 2

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Después de enviarles el mensaje a los otros DarkHunters de Nueva Orleans acerca de lo que estaba pasando, Prem se pasó las siguientes ochos horas patrullando mientras se mantenía en contacto intermitente con YiHan. Ninguno de ellos encontró nada inusual. Ni un solo Daimon parecía estar fuera esta noche. Los únicos depredadores en la calle eran los humanos y aunque Prem había ahuyentado a los que se había encontrado, ellos no eran la mayor amenaza del mundo.

Sólo creían que lo eran.

Como le gustaría alimentar con ellos a algunas de las cosas que había estado asesinando durante siglos. Mostrarles como eran los verdaderos malos. No tenían ni idea de cuán insignificantes y débiles eran realmente. Una dosis de la realidad podría irles bien.

Su teléfono vibró. Bajando la mirada, vio que era YiHan. Lo abrió y respondió.

YiHan dejó escapar un largo suspiro.

—Aún nada. Voy de regreso a casa para descansar mis pies y comer algo. Te alcanzo más tarde.

—Está bien —dijo Prem al móvil mientras miraba de nuevo hacia la siniestra luna. Un escalofrió le bajó por la espina dorsal—. Te veo mañana por la noche. Duerme bien y no dejes que te muerdan los Daimons—. Colgó el teléfono y miró la hora.

Las tres de la madrugada. Casi tres horas para el amanecer. Por un lado, YiHan tenía razón y estaban perdiendo el tiempo en las calles. Por el otro...

Simplemente no podía irse.

Algo estaba ahí y quería agarrarlo por la garganta y golpearlo contra el suelo. La única pista sobre lo que podría ser había venido de Boun.

Decidiendo interrogar al oso nuevamente, Prem se dirigió de vuelta al Santuario.

No le tomó mucho tiempo llegar al edificio de ladrillos rojos donde el símbolo del Santuario, la silueta de una oscura colina con una motocicleta estacionada en ella y la luna llena de fondo se cernía sobre las puertas. Una pareja de hombres humanos borrachos salieron tambaleándose y se metieron en un taxi mientras reían y bromeaban entre ellos.

Se detuvo en las sombras para observar a Boun apoyado contra el muro, ignorándolos. Tenía puesta una chaqueta con los brazos cruzados sobre el pecho. Un observador casual podría pensar que él estaba echándose una cabezada en el trabajo. Pero Prem distinguió que sus ojos estaban entrecerrados. Aún abiertos. Aún alerta. Era consciente de todo lo que sucedía a su alrededor y mientras parecía que estaba en reposo, estaba tenso y listo para saltar a la acción en un solo latido de corazón.

Impresionante. El guerrero en Prem podía apreciar cuán difícil era mostrarse así de relajado mientras todos sus sentidos se encontraban en alerta. Pero no era solo eso lo que lo impresionaba. Había una innegable aura de poder rodeándole. Una que le decía a cualquiera que entrara en contacto que era letal cruzarse con él. Dejando a un lado su carácter, Boun era un depredador desde el fondo de su alma.

Y uno desagradable. Era de la clase que podía asesinar sin sentir remordimientos.

Como él.

Un músculo se flexionó en su esculpida mandíbula haciéndolo preguntarse si él estaba escondiendo un bostezo. Más que eso, la señal de ese músculo trabajando envió un escalofrió de calor a través de su cuerpo. No sabía por qué él era tan irresistible, pero aún así algo en su interior quería caminar hacia él y frotarse contra su largo y duro cuerpo.

Si tan solo pudiera...

Hubo momentos en el pasado cuando la soledad lo había alcanzado. Momentos en los que había vencido a su sentido común y en los que había cedido a esa necesidad de compañía. Oh, ¿a quién engañaba? Sin compañía podía estar. Era el primitivo sexo animal lo que había anhelado.

˗ˏˋ 20 BounPremˎˊ˗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora