Capítulo 11

116 21 2
                                    

—¿Mamá?

Prem se despertó de golpe ante el sonido de una voz muy infantil que estaba aprendiendo a hablar. Estaba tendida en la cama, preguntándose si lo había soñado.

No lo había hecho.

—Shh, munchkin, no tan alto. Tenemos invitados. —Kerryna continuaba hablando en esa dulce octava que reservaban las madres para los niños cuando se apartaba fuera de su rango de audición.

Prem maldijo en voz baja. Si oía o veía a otro niño más...

Últimamente parecía que los dioses estaban disfrutando castigándolo. Y quiso llorar cuando la pena lo estranguló. ¿Por qué no había podido criar a sus propios hijos? ¿Verlos crecer y sostenerlos todos los días de su vida? Ese había sido el plan. Él y Ioel, envejeciendo juntos...

Malditos seáis, dioses.

No. Tenía a su hermana para culparla por su pérdida y no había cambiado nada. El dolor estaba todavía allí y era rabioso y sangrante.

Supéralo, Amazona. Eres un Dark Hunter. Madre de toda la raza humana que protegía. Salvaba sus vidas incluso a pesar de haber sido incapaz de salvar las vidas de su propia familia.

La ironía de aquello lo había frecuentado durante siglos. Y eso era lo que le había dado la fuerza para desgarrarle el cuello a su hermana incluso mientras la pequeña perra rogaba piedad.

Piedad, mi culo...

Eso no estaba en él. Ya no. No lo había estado desde el día en el que cruzó al otro lado y vio los verdaderos horrores de la vida que había apilado no solo sobre él, si no en incontables otros. Imágenes del pasado lo abrasaron mientras se tumbaba allí y lo dejaban con su dolor. Deseando.

Ayúdame por favor...

Un ligero ronquido tras él atrajo su atención desde el pasado para darse cuenta que un enorme y musculoso brazos estaba echado protectoramente sobre él. Al hecho de que un cálido cuerpo estaba presionado contra el suyo.

Boun.

Él solo lo había sujetado igual que si fuera absolutamente precioso. Igual que lo había hecho una vez su marido...

La ternura barrió a través de su cuerpo. Como había extrañado despertar de esta manera. La sensación del cuerpo alguien entrelazado con el suyo. De su áspero vello contra las piernas. Su duro pene presionado contra la cadera. No sabía por qué le gustaba estar con Boun. Él había atravesado directamente los muros sin pararse a echar siquiera un vistazo. Lo mangoneaba, lo cual odiaba apasionadamente y a veces era el arquetipo de un tío salido.

Era arrogante. Terco...

Y arriesgaba su vida para mantenerlo a salvo. Incluso ahora no tenía qué haber estado aquí y con todo allí estaba.

Igual que un osito de peluche. Se rió silenciosamente ante el pensamiento. No había nada mimoso en Boun. Era todo vigoroso músculo y era enorme.

La mirada fue al tatuaje del doble arco y la flecha sobre su brazo. Boun no había hecho el sacrificio que él había hecho, pero entendía la llamada. Prem tragó. Ya no quiero estar muerto...

Había estado solo durante demasiado tiempo. Había sido herido y absorbido las lágrimas durante siglos. Nada había sido nunca fácil.

Hasta ahora. Por alguna razón, Boun alejaba el dolor que sentía. De alguna manera hacía que las cosas fueran mejor con su retorcido humor y su peculiar perspectiva.

Aquello estaba mal. Él era una DarkHunter y Boun un WereHunter. Se suponía que eran enemigos.

Con todo no lo sentía de esa forma. Y ahora mismo con su respiración cayéndole sobre la piel y sus brazos rodeándolo, lo deseaba. Quería bañarse en el calor que le daba. Respirarle hasta que estuviera borracho de su esencia...

˗ˏˋ 20 BounPremˎˊ˗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora