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"love cards"
LAATENCIÓN DE TODOS los presentes recayó en Rouge. De reojo, pudo observar que Chad tenía una expresión muy segura de sí mismo, con una sonrisa de autosuficiencia dibujada en su rostro. El juego apenas iba a comenzar y ya se respiraba una tensión palpable en el ambiente. Rouge, sin perder la compostura, se sentó como toda una profesional frente al príncipe, cuya presencia siempre le resultaba insoportable. Los murmullos de los espectadores aumentaron mientras ambos jugadores tomaban sus posiciones. El príncipe, con aire de superioridad, intentaba intimidarla con su mirada penetrante.
Antes de tomar cualquier carta, Rouge trono sus dedos con determinación, un gesto que se había convertido en su sello distintivo. Sentía la presión del momento, pero también una extraña calma interior. Había jugado muchas partidas en su vida, si en algo era buena, eran los naipes
Bien, la de mechas rojas se removió sobre la silla y esbozó una sonrisa como si ya hubiera ganado. —¿Qué más puedo apostar? —preguntó, sabiendo que estaba sonando como una tonta, pero confiada en su habilidad.
Chad se encogió de hombros con una sonrisa burlona. —Sorpréndeme, "princesa de corazones" —dijo, haciendo comillas con sus manos.
Los muchachos alrededor rieron por lo bajo, lo que molestó a Rouge, aunque supo manejarlo como la adolescente madura que era.
—Vamos, Rouge, cállale la boca a ese tonto —le pidió Evie en un susurro.
—Tranquila... lo tengo calculado —le susurró de vuelta, manteniendo la calma.
—Tú puedes, Rouge —dijo Carlos emocionado, animándola a su espalda
En aquel momento, el aliento de Carlos chocando contra la espalda de Rouge hizo que se le erizara la piel. Sintió un cosquilleo recorrer su columna vertebral, pero trató de concentrarse en la partida.
Rouge asintió y fingió que pensaba—¿Qué tal... una sorpresa? —soltó de repente—Una gran sorpresa—
Chad arqueó una ceja y se burló —No es así como se juega —dijo el rubio con desdén—¿Acaso así juegan en la isla?..... Porque este es Auradon—
Rouge sonrió con confianza —En la isla jugamos para ganar, Chad. Y estoy a punto de demostrarte por qué soy la princesa de corazones—
Los observadores se mantenían en vilo, algunos apostando a favor del príncipe, otros susurrando palabras de ánimo para Rouge. La sala estaba llena de un silencio expectante, solo interrumpido por el sonido de las cartas siendo barajadas y colocadas sobre la mesa. Cada movimiento era seguido con atención, cada gesto, cada expresión era analizada por los presentes.
Rouge tomó una profunda respiración y comenzó a jugar. Sus movimientos eran precisos, calculados, y denotaban una experiencia que intimidaba a su oponente. El príncipe, por su parte, no mantenía la serenidad, Rouge pudo notar una ligera tensión en sus manos cuando tomó su primera carta. Estaba claro que, a pesar de su fachada, el príncipe también sentía el peso del momento.
