🫧02

1.6K 101 5
                                    

La calidez del domingo se asomaba por mi ventana, iluminaba toda mi pieza. Me miraba en el espejo para así terminar mis dos trenzas simples.
Me puse una de mis faldas favoritas, se ajustaba en mis caderas, era larga hasta los tobillos y de color rosa pálido. A mi torso lo vestí con un top que terminaba encima de mi ombligo y era blanco con flores rosas del mismo tono de color que la pollera. Para finalizar, usé mis converse rosas favoritas. Las amo, son divinas.
Agarré el bolso de crochet y salí de la pieza. Arreglé con los Tevez para ir juntos, así que ahora tenía que dirigirme a su casa.
Cuando salgo, me encuentro con mi mamá que estaba sola desayunando, mi viejo probablemente ya había salido para ir a su "trabajo".
Ayer, le avisé a mi vieja que hoy iría a ver el partido de Carlos, ella aceptó con la condición de que a la noche limpie los platos.

Salí de casa y caminé a lo de Carlitos. Estaba tarareando la melodía de Volver de Carlos Gardel. En eso, escuché como me hablaban de la otra vereda.

— ¿Qué onda, gitanita? estás linda hoy, eh. Vení conmigo un rato.

— Tomatela, Cachucha — le grité sin mirarlo. Si lo miraba a la cara, era peor.
El viejo pajero siempre me hablaba cuando iba sola. No se animaba a hacerlo cuando estaba con el Uruguayo, el Cochi o alguno de los pibes. Encima de degenerado, cagón.

— Daale gitanita — insistió. Un cascote le cayó en la cabeza. Yo se lo había tirado, y tengo una puntería perfecta — ¡Gitana del orto! — exclamó — ¡Ya vas a ver vos!

— Raja Cachucha — dijeron tras de mí. Cuando me dí vuelta, encontré a Kiru — ¿Qué onda, gitana? — saludó cuando el viejo se fue renegando — ¿Para dónde ibas?

— Me iba a lo de Carlitos. — dije. Inconscientemente, dirigí mi mirada al vendado que tenía Kiru en la cabeza — ¿Y vos cómo sobrellevas eso?

— Vamos juntos que iba para ese lado — dijo. Los dos comenzamos a caminar. Le tengo mucho cariño al Kiru, lo conozco desde que conozco a Carlitos, o sea, desde siempre. Todos los recuerdos que tengo con él son de Kiru cuidándome como a una hermanita — Por suerte yo estoy bien. Ya lo voy a agarrar al pendejo de mierda ese —. Respondió mi pregunta anterior.

Sin querer, hice una mueca de incomodidad. A Kiru le había disparado Hernán, el hermano de Jorge. Y si bien Hernán me cae para el orto, porque siempre se hace el piola y tira comentarios de mierda, y con Jorge no tengo mucha cercanía, me parece al pedo la caza que estaban haciendo. Va a terminar mal, muy mal y sangriento.

— Dale, no me digás que estás del lado del Hernán.

— No, me parece un pelotudo y lo odio por haberte disparado... — respondí. Por el tono de voz que usé creo que dejé la insinuación de que quería seguir hablando.

— ¿Pero...?

"Ojo por ojo y el mundo acabará ciego" — dije, utilizando una frase de Gandhi. Kiru chasqueó la lengua, mostrando que no coincidía.

— Perdoname gitana, pero yo no creo en esas cosas. El pendejo me disparó y eso no es ninguna pelotudez. Si lo ve', quiero que me lo diga' ¿si?

Quedé en silencio. Obvio que yo también soy algo vengativa, pero estoy muy segura que jamás llegará al punto de matar a alguien.

— ¿Si, gitana? — insistió.

— Si, Kiru.

Por suerte, no tardamos mucho más en llegar a la casa de Segundo. Ya estaban todos preparados para ir al partido.
Saludé a cada uno de los hermanitos de Carlos y al mismo Carlos. Después, seguí por Segundo y la Chila. Esta última me sacaba charla ya que hace mucho no nos veíamos.

GITANA | Fernando CisnerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora