🫧08

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[Agustina]
Me removí en mi cama sin entender porqué estaba tan incómoda. Abro mis ojos mientras sigo estirando mi cuerpo y veo que no estoy en mi cama.

Lo primero que vi al despertar, además del living de mi casa, es a Cisneros durmiendo con tanta tranquilidad que era comparable con un lago en calma. Sus facciones lucían relajadas que me daba pena tener que despertarlo.

De hecho, no iba a despertarlo, pero el reloj que yacía sobre la chimenea marcaba 9:38. No puse mucho reparo en él hasta que recordé las palabras de mi madre la noche anterior; "Mañana tipo 10hs volvemos con papá".

Pegué un salto para levantarme haciendo que Cisneros despierte confundido.

— ¿Agustina? — murmuró somnoliento. Sus ojos verde oscuro estaban achinados.

— Enseguida van a venir mis viejos — le digo. No sabía cómo decirle que se vaya, no quería que suene como que lo estoy echando - aunque lo estoy haciendo -.

— Uh — pronuncia. Se frota los ojos y se pone de pie. Larga un bostezo y comienza a estirarse — Ahí me voy.

— Te acompaño, bolu'.

No pude ni lavarme la cara porque me estaría arriesgando a que lleguen mis viejos y me encuentren con Cisneros. Así como estaba - despeinada, desarreglada y fea - salí con él para ir hasta afuera del barrio.

[Fernando]
Agustina me guiaba por dónde tenía que ir. Al pasar, alguna que otra persona la saludaba o lo deseaba los buenos días.

Capaz que si fue arriesgado de mi parte entrar al Fuerte Apache solo, pero sin dudas valió la pena. Conseguí lo que tanto deseaba: los labios de Agustina combinados con los míos. Y ahora que los probé, no voy a detenerme.

— ¿Te tomás un taxi? — me preguntó cuando llegamos a las afueras. Yo me tomé un tiempo para apreciarla.

Su pelo rubio con frizz, sus ojos con rímel corrido y su cara de recién despierta; totalmente hermosa. Una bomba.

— Si — respondí y llamé a mi agencia de confianza. Cuando acabé el llamado ví que Agustina no tenía intenciones de irse —. No hace falta que te quedes, volvé si querés. Capaz que justo llegan tus viejos y te ven acá.

Ella chequeó su reloj —. Tomaré el riesgo — me sonrió.

— El domingo jugamos — le comento — Por si querés venir...

— Si, dale.

Hasta que llegó el taxi, hablamos un par de boludeces más. Me sorprendí al ver que Agustina no es solo linda, es una mujer interesante que quiero conocer a profundidad.

El taxista había arribado frente a nosotros. Para despedirme de Agustina, quise darle un beso en sus labios, pero la muy forra me corrió la cara, sonriente.

— Así quedamos — murmuro fingiendo enojo. Ella ríe y me despide agitando su mano de un lado al otro.

[Agustina]
Cuándo Cisneros subió al taxi y lo saludé, partí para mi casa. En el camino, me encontré al Uruguayo.

— Buen día — saludo dándole un beso a la mejilla —. ¿Cómo dormiste?

— Yo bien. ¿Vos dormiste? — pregunta con doble sentido. Mi cara se transformó.

— ¡Danilo! — exclamé. Golpeé su brazo con suavidad — Que zarpado que sos...

Veo que él comienza a reír. Yo estaba seria, su chistecito no me causó. Si lo hubiese escuchado alguien de mi familia, estaba muerta.

GITANA | Fernando CisnerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora