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Una promesa pendiente

helen's perspective

Había pasado una semana desde aquel incidente en el patio exterior, desde el cual el ojo de Jacaerys seguía dañado y eran incapaces de superar el incidente y seguir adelante con sus vidas. No había día que alguno de ellos nos mirara mal a Aegon o mí. También era su pasatiempo favorito esparcir rumores falsos sobre nosotros y los detalles íntimos de nuestra relación, añadiendo leña al fuego de porque aún con cinco años de casados no teníamos hijos. Eso era algo que no les incumbía a ninguno de ellos, y la decisión solamente recaía en Aegon y yo. Nosotros dos controlábamos esta relación forzada, no ellos.
Además de que había sido obligada por el rey, a pasar más tiempo en crear un vínculo con Visenya Velaryon. "Es importante que seáis cercanas, podréis aprender mucho de la otra. Y no deseo ver a mi única familia peleándose." eran las palabras exactas de él.

—No tengo intención de mantener una amistad contigo, solo le hago el favor a mi abuelo.—dijo nada más sentarse en la mesa donde nos habían preparado algunos postres para pasar la tarde.

—Tranquila, tampoco tenía la intención.

—A mí no me vas a decir que me tranquilice princesa Helen.—espata ella.

—Deberías, la arrugas se empiezan a notar y a este paso te casarán con un hombre que te triplicará la edad.—comenté con calma, comiéndome uno de los dulces. Deleitándome en la expresión de ofensa de Visenya.

Visenya Velaryon era una princesa que describiría con tres adjetivo: creída, prepotente y tonta. Se escondía bajo la falda de su madre todo el tiempo y presumía de su privilegio sin vergüenza alguna, hasta diciendo que la gente moría de hambre porque quería. Quizás ella nunca había ido más allá de los muros de la Fortaleza Roja o Rocadragón pero la gente ahí afuera moría de hambre porque la comida era escasa en algunas zonas. Además de que vivían en condiciones deplorables dependiendo del barrio pero las calles normalmente estaban por construir y en mal estado. Al igual que el agua contaminada y muchos no tenían acceso a cosas que nosotros—los de alta cuna.—dábamos por dado. Sin embargo yo vi los horrores, y mi corazón se ablandó por la gente.

—Por lo menos seré capaz de tener hijos.

—No conoces las circunstancias, así que te callas Visenya.—dije mientras elevaba un poco mi voz como tono de advertencia, de que si seguía por ese camino. Sufriría las consecuencias.—Jamás entendí este odio que me tienes, hasta siento pena por ti Visenya. Pero espero que algún día no me odies por lo que soy y tal vez te mires en el espejo.

—Eres una chica cruel Helen en los ojos de algunos, hiciste que Jacaerys se enamorara de ti poniendo en peligro el pacto con los Velaryon y lo tratas así.—comenta ella.

—Tu hermano es el que no sabe tomar un no por respuesta, que aprenda a respetar a las mujeres casadas, ¿no? ¿o es que vuestra querida madre no le ha enseñado los modales apropiados?

—Insulta a cualquiera, pero a ella no.

—¿Qué harás al respecto?

La reté con la mirada, quizás hubiera heredado los ojos púrpuras valyrios pero su cabello castaño la delataba como bastarda de Ser Harwin Strong. Eso era algo indudable ante el ojo común y lo mismo sucedía con cualquiera de sus hermanos que no hubieran heredado todas las características valyrias. Y a pesar de que fuera abiertamente la nieta favorita del rey, habiendo sido nombrada como "La Luna del Reino" en el aniversario de bodas de Rhaenyra y Laenor por el mismo rey. Yo a su vez había sido nombrada como "El Sol del Reino" por mi padre durante su aniversario de bodas con mi madre. Ambas éramos las favoritas en algo, pero sabíamos que el reus siempre le tendría preferencia a Visenya por ser hija de Rhaenyra y era algo que me molestaba. Pero no me asustaba lo suficiente como para no hacer esto.

𝐇𝐄𝐋𝐄𝐍 𝐎𝐅 𝐓𝐑𝐎𝐘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora