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Dudas sobre ti

everyone's perspective

La repentina amabilidad de la princesa heredera ante su media hermana, la princesa Helen Targaryen, y la situación por la que pasaba ahora mismo era más que una sorpresa para ella. Antes nunca habían interactuado más de dos segundos, tampoco es que ninguna hubiera hecho un intento de hacerlo. Por lo que eso no se lo tuvo en contra, pero no dudaba en admitir que este cambio de actitud en este preciso momento era sospechoso, muy sospechoso digamos. En fin, no podía confiar en Rhaenyra y lo sabía perfectamente, ella no era la más amiga de sus seres queridos. No los veía como ella lo hacía, por lo que la convertía en su enemiga.

—Deberías de tomar algo de descanso Helen.—le dijo Alicent a su hija mayor quien permanecía al lado de su esposo fielmente, aunque estuvieran peleados sin su conocimiento.—Helen.

—No me iré de su lado, no permitiré que cuando se levante no sea yo el primer rostro que vea. Él debe de saber que aún lo amo a pesar de todo.

Este amor genuino que le tenía Helen a Aegon era uno que no volvería a conseguir en toda su vida y que tampoco se merecía. El trato que le dio a Helen, aunque fuera uno mejor que le daba a todo el mundo, no suficiente por todo el dolor y las promesas rotas que le dejaba por el camino. Por todos esos años era constante la infelicidad que sufría ella en su propio matrimonio en el que aprendió a amar a su esposo y disgustarse por sus actitudes al mismo tiempo. La trataba como si fuera la mujer de su vida pero luego iba a acostarse con otras mujeres cuando le prometió que no lo haría , ¿qué le decía eso a ella?

El agarre que le tenía a la mano de su esposo era firme, creyendo que iba a despertarse a pesar de la poca certeza de los maestres. Lo debía de hacer, por todos y por ella.

—Te aseguro que lo sabe, pero tampoco le sentará bien que te vea así.—lo decía por el cabello desaliñado de la princesa, además de que aún no se había cambiado del atuendo de esa noche.

—Lo amo madre, no quiero dejarlo.

—Que sea unas pocas horas, al menos para que des una vuelta por los jardines y te cambies a un atuendo más cómodo, quizás un baño también. Tal vez te haga sentir mejor.

Mentía. La reina le mentía a su hija pero no soportaba ver a su querida hija en ese estado, le recordaba a cuando ella misma cuidaba del rey al este pasar por los peores momentos de su enfermedad. Podía estar horas al lado de su esposo, pero no lo iba a cambiar. Ella quería algo mejor para su hija, el destino que se le dio a ella era demasiado cruel para alguien tan alegre y especial como Helen Targaryen. Se merecía algo más.

/•••/

Mientras tanto, ahí en el Consejo Privado estaban todos los señores y el rey reunidos debido a la grave situación. Todos habían sido informados esa mañana de lo sucedido y se implementaron algunas medidas preventivas: se cerraron todas las puertas de salida de la ciudadela; se aumentó la seguridad en dichas áreas además de dentro de la Fortaleza Roja; le asignaron más guardias que siguieran a toda la familia real, en especial a la princesa Helen, quien sabía si era un ataque a Aegon, a Helen o todos. Nadie tenía esa certeza en aquel momento. Otto Hightower mantenía su puño apretado, controlando toda la ira que sentía en su momento. Si Aegon moría, sus planes de usurpación del Trono de Hierro se complicarían pero aún tendría a Aemond y Daeron; pero si vivía, podían construir la narrativa de que estaba destinado para dicho cargo y por eso sobrevivió.
Pero en el fondo sí que estaba preocupado por el mayor de sus nietos,

𝐇𝐄𝐋𝐄𝐍 𝐎𝐅 𝐓𝐑𝐎𝐘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora