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Un año y siete meses después

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Un año y siete meses después...

Un cupcake resbaló de la caja de cartón y cayó sobre la acera de la calle. La señora Park Minsu y su amiga, pasaron de largo sin dejar de susurrar entre ellas e ignoraron con descaro al joven que parecía necesitar ayuda. A Taesan no le importó. Al menos, no tanto como le hubiese importado años atrás. Estaba más que acostumbrado a los rumores que circulaban por Gwangju y había aprendido a ignorarlos y a fingir que la cosa no iba con él.

Dejó en el suelo la caja y la bolsita de papel que llevaba encima y se agachó para recoger los restos del cupcake y tirarlos al bote de basura más cercano. Después entró en el local de Jaehyun, donde seguía trabajando durante el turno de noche, y depositó la comida sobre la tarima más cercana a la despensa.

Sobraban tantos dulces diariamente que llevarlos allí tras cerrar la pastelería se había convertido en una especie de ritual. Así podían utilizarlos en caso de que hubiera una celebración de cumpleaños o servirlos como detalle si iba algún cliente a última hora de la tarde, antes de que anocheciera y el lugar se llenara de gente con ganas de bailar y divertirse.

—¿Qué tal el día? —preguntó Jaehyun.

—Un poco solitario —Se quitó la chaqueta—. ¿Todavía no llega Riwoo?

—Vendrá más tarde. Llevó a su madre a la estación, ya sabes.

Tras mucho esfuerzo, entre todos habían logrado convencer a la señora Eunri de que necesitaba unas vacaciones, y el viaje que anualmente organizaba el club de costura era la excusa perfecta. Doce mujeres se tomaban quince días libres y disfrutaban del sol y el buen tiempo de Busan. A Eunri le hacía falta salir un poco y dejar de preocuparse tanto por los demás, porque constantemente sufría por Riwoo y Jaehyun y la estabilidad del local, y por Taesan y su negocio de repostería... Por todo. Y era un rasgo que se había acentuado en ella después de que el padre de Riwoo le pidiera el divorcio y se mudara a Incheon.

—Hoy vienes cargado —Jaehyun sacó de la bolsa un dónut rosa con virutas de colorines y le dio un mordisco—. Pues ellos se lo pierden, ¡está buenísimo! —se relamió con los ojos entrecerrados.

—Gracias —le sonrió.

—Ya verás, la gente se dará cuenta en algún momento de que ChocoCat es la mejor pastelería del mundo —Abrió dos cervezas, le tendió una a Taesan y le dio un trago a la suya—. En serio, confía en mí. Tengo un paladar que vale millones y preferiría que me amputaran un dedo antes que pasar el resto de mi vida sin esto —Alzó la mano en alto y engulló el último trozo del dónut—. Delicioso —farfulló con la boca llena.

Taesan sonrió y empezó a bajar las copas del estante más alto y a colocarlas sobre la encimera principal. En menos de media hora abrirían las puertas de Lost y empezarían a llegar los primeros clientes. Jaehyun se encargó de organizar las botellas de diversos licores mientras se comía un segundo dónut.

Crystal Hearts | GongfourzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora