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22 años

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22 años...

El local estaba ya vacío, después de una noche de duro trabajo, Taesan había terminado de secar los vasos y las copas limpias. Era uno de los pocos establecimientos del pueblo que abría hasta tarde y los jóvenes solían asistir a divertirse. Ofrecían un ambiente alegre, un montón de cervezas diferentes y, además, todo el mundo sabía que Myung Jaehyun elegía la mejor música para animar a la clientela.

Aunque aquel día había hecho una pequeña excepción al hacer sonar la melodía de Cumpleaños feliz en honor a Taesan. Y después Riwoo y Yuna, que solo asistían de vez en cuando como refuerzo, habían abandonado sus puestos tras la barra, para sacar un pastel con veintidós velitas blancas que el pelinegro, avergonzado por las miradas de la gente, terminó soplando a toda prisa.

No pidió ningún deseo; tampoco importaba demasiado, teniendo en cuenta que nunca se cumplían. Aún recordaba esa desesperación con la que había pedido «que alguien me quiera de verdad» cuando era solo un chico iluso.

—Te alejas de los veinte —sentenció Riwoo.

—Acabo de cumplir veintidós.

—Pues eso, que empiezas a alejarte.

—Lo que tú digas, pero no entiendo de qué te burlas, tú eres unos meses mayor que yo —Sonrió y colocó la última copa en la estantería. No pudo evitar fijarse en cómo Jaehyun rozaba la cintura de su amigo al pasar por su lado y luego le daba un beso suave en la comisura de los labios. Siempre estaban tocándose. Llevaban saliendo juntos alrededor de cuatro años y seguían manoseándose a todas horas—. Será mejor que me vaya ya a casa y los deje terminar la fiesta a solas —dijo mientras se acercaba al perchero que había tras la puerta de la bodega y tomaba su abrigo—. No les importa cerrar a ustedes, ¿verdad?

—En realidad sí. Quieto ahí, jovencito.

Taesan alzó las cejas al mirar a Jaehyun. Por mucho que fuera su jefe, antes era amigo y no acostumbraba a hablarle nunca en un tono autoritario. Tampoco es que él fuera demasiado dado a saltarse las normas o renegar del trabajo, al contrario.

—¿Ocurre algo?

—Todavía no te hemos dado tu regalo de cumpleaños.

—¡No tenían que comprar nada!

—Será mejor que te sientes —le advirtió Riwoo.

—¿Tiene garras, colmillos y pesa más que tú, Jaehyun y yo juntos? Porque ya sabes que siempre he querido un tigre —Se removió incómodo en el taburete cuando vio que ninguno de los dos reía—. Ahora en serio, ¿de qué se trata? Me están asustando.

Riwoo sacó un sobre blanco de su bolso y lo sujetó con ambas manos frente a sus narices.

—Sabemos que tu primera respuesta será un rotundo no. Pero, como te conozco mejor de lo que a veces me conozco a mí mismo, también sé que terminarás diciendo que sí. Al final. Cuando pienses un poquito la idea y te vayas al bosque y metas unas cuantas hojas en tus tarros de cristal y...

Crystal Hearts | GongfourzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora