08.

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—¿Qué haces ahí tirado? —El castaño ya había regresado

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—¿Qué haces ahí tirado? —El castaño ya había regresado. Lo miró desde arriba. Sujetaba por los cordones unas Converse blancas y las balanceaba con la mano—. Vamos. Arriba.

Taesan fue entonces consciente de que se había sentado sobre la moqueta del pasillo, con la espalda apoyada en la pared. Dejó que lo pusiera en pie y se sujetó a él para quitarse los zapatos incómodos y ponerse los otros. Cuando volvió a incorporarse, el cariz de la velada había tomado un rumbo distinto. Ya no estaba seguro de cuántos cambios de humor había atravesado a lo largo de esa noche eterna, pero había dejado de importarle.

—¿Cómo conseguiste los zapatos?

—Tranquilo, no maté a nadie. En Las Vegas se apuesta cualquier cosa. Los gané. Y también me gané el derecho a saber algo de ti. Puedo asegurar que eres de Corea, pero no sé de qué parte ni tu nombre.

Taesan se humedeció los labios. Tenía la boca seca. No fue consciente de cómo la mirada del castaño descendió hasta ese punto concreto de su rostro.

—Me llamo Han Taesan. De Gwangju.

—Entiendo —Reprimió una sonrisa—. Kim Leehan. Busan — Comenzó a caminar y el pelinegro lo siguió—. ¿Has estado en Incheon? ¿Ilsan? ¿Jeju?

—No he estado en ningún sitio —murmuró por lo bajo, pero Leehan no llegó a oírlo por culpa del volumen de la música.

Volvían a estar en la sala repleta de clientes que bailaban al ritmo de la música. Leehan tomó su mano con decisión cuando se internaron todavía más entre la gente, y Taesan intentó encontrar a Riwoo y los pompones rosas entre la multitud, pero vio que ya no estaban en la esquina donde los había visto por última vez.

Así que estaba solo, en Las Vegas, junto a un completo desconocido...

Una parte de él sabía que nada bueno podía salir de ahí. Pero la otra parte, esa más débil que acallaba con frecuencia, tenía ganas de divertirse, de dejarse llevar por una vez sin tener que pensar en catastróficas consecuencias o hacer una lista de pros y contras.

—¿Tequila? —Leehan esperó su respuesta con el codo apoyado en la barra de madera, y cuando el chico asintió, se giró hacia el camarero—. Dos tequilas.

—Haces esto seguido, ¿verdad?

—¿Beber tequila?

—No. Ligar con la primera persona que se cruce en tu camino.

—¿Por qué estás tan seguro? Quizá simplemente me recuerdes a mi primo y verte indefenso haya despertado mi instinto protector. Soy un buen tipo. Ya sabes. Ayudo a las viejecitas a cruzar la calle, paso el día de Acción de Gracias en un comedor social... —bromeó.

El camarero les sirvió los tequilas. Taesan se acercó más a Leehan y ese gesto lo tomó desprevenido. No era él mismo, eso seguro. Podía notar el calor que desprendía su cuerpo. Alzó las cejas al mirarlo.

Crystal Hearts | GongfourzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora