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—¡Mierda! ¿Pero qué

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—¡Mierda! ¿Pero qué...?

—¡Me caí! Creo. Ay —gimió Taesan.

—Hum. Un ángel cayó del cielo... —Leehan sonrió somnoliento y abrazó su cuerpo, reteniéndolo junto a él sobre la alfombra de pelo. Igual que la pasada noche, olía a fresa. Olía como deberían oler todas sus mañanas. Era un buen despertar.

—Eso es tonto hasta para ti, Leehan. Suéltame —Taesan logró ponerse en pie con cierta dificultad y respiró hondo mientras agarraba la manta con la que el castaño lo había tapado la noche anterior y comenzaba a doblarla—. Podrías haberme despertado.

—No. Eres adorable mientras duermes, abejita.

—¡Vamos, levántate! Tenemos que irnos.

Recorrieron las calles hasta ChocoCat dando su paseo habitual y, al llegar al establecimiento, lo mantuvieron cerrado mientras se internaban en la parte de atrás. Taesan se puso un delantal, abrió el refrigerador y empezó a sacar los ingredientes que necesitaba y a pasárselos a Leehan que, a su vez, los dejaba sobre la encimera.

—He estado pensando...

—Odio cuando dices esa frase —Taesan negó con la cabeza y encendió el enorme horno que estaba a un lado de la estancia para que empezara a calentarse.

—Creo que puede ser bueno. Me gustaría hacer un estudio de tu empresa. De hecho, ya tengo algunos detalles apuntados en el móvil. Era inevitable verlos. Podría serte de ayuda saber qué haces mal y cómo podemos potenciar lo positivo. Me dijiste que las cosas no van demasiado bien, ¿no? —El pelinegro lo miró en silencio.

—¿Por qué ibas a saber hacer algo así?

—Estudié marketing y publicidad en la universidad. Creí que lo sabrías, después de que averiguaras... —hizo una pausa—, lo de la lesión y, bueno, todo lo demás —Se rascó la barbilla con cierta incomodidad.

—Ya veo.

—¿Te gusta la idea?

—¿Crees de verdad que podrías ayudarme?

—Puedo intentarlo. Mi amigo Sungho montó un negocio hace un tiempo con dos socios más. Era una inmobiliaria. La cuestión es que al principio costó que despegara y habían invertido un gran capital, así que lo ayudé en lo que pude. No es que él no supiera hacerlo, fue de los mejores de su promoción y sabe bien cómo relacionarse, pero a veces cuando estás muy metido en algo puedes perder la perspectiva. Las cosas siempre se ven más claras desde afuera.

—Suena lógico.

—Y necesitaría ver las cuentas de la pastelería.

—De acuerdo.

Taesan tenía las manos manchadas de harina e intentó inútilmente apartarse con el dorso del brazo unos mechones de cabello que se escurrían por su rostro. El castaño acortó la distancia que los separaba y despejó su frente con cuidado. Estaban tan cerca que podía escuchar la respiración pausada de Leehan y percibir aquel aroma algo cítrico que llevaba consigo a todas partes.

Crystal Hearts | GongfourzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora