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—Creo que he tenido esta fantasía un millón de veces —comentó Leehan mientras dejaba las llaves sobre la isla de la cocina después de una tarde de duro entrenamiento con los chicos—

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—Creo que he tenido esta fantasía un millón de veces —comentó Leehan mientras dejaba las llaves sobre la isla de la cocina después de una tarde de duro entrenamiento con los chicos—. Llegar a casa, encontrarme a un chico muy follable esperándome...

—¿Muy follable? —Taesan dejó de remover el chocolate con leche que estaba mezclando en un cuenco y se giró hacia él—. ¿De verdad acabas de decir eso? —alzó una ceja con diversión. El castaño sonrió.

—No me dejaste terminar.

Frente a él, se quitó la camiseta que llevaba puesta y la tiró al suelo. Taesan tembló de deseo al contemplar su torso desnudo y esa seguridad con la que se exponía ante sus ojos.

—Aparte de follable, el chico de mis fantasías es increíblemente listo, el tipo de chico al que se le mete una idea en la cabeza y no se rinde hasta conseguir lo que quiere —Sujetó su nuca con una mano, e inclinó su cabeza antes de rozarle el cuello con los labios—. Hum, también sabe muy bien, ¿lo había dicho ya?

—No —respondió en un susurro.

Una de las manos de Leehan se internó en los pantalones de pijama que llevaba puestos y le sujetó el trasero con firmeza, apresando la suave carne entre sus dedos.

—Además es precioso y muy divertido. Podría pasarme horas y horas con él sin aburrirme ni un instante —Atrapó el labio inferior de Taesan entre sus dientes y le sacó la camiseta por la cabeza sin contemplaciones—. Ese chico del que hablo me hace desear dar lo mejor de mí y no perderme ni un solo instante a su lado —Le bajó los pantalones y la ropa interior de un tirón y se desabrochó el cinturón sin dejar de besarlo.

A pesar de que entrenar a los chicos cada vez le resultaba más satisfactorio, había estado un poco ausente, pensando en lo que le haría al pelinegro en cuanto llegara a casa... Estaba obsesionado, no había otra explicación. Desde aquel primer día que lo habían hecho en el interior de su coche, algo había hecho "clic" en su cabeza y sentía la necesidad de pasar con él más y más y más tiempo.

—También me incita a hacer cosas malas...

Sus ojos chispearon mientras metía una mano en el cuenco de chocolate y extendía después la dulce mezcla por el pecho de Taesan, deteniéndose en los puntos más sensibles.

—Estás loco.

—Muy loco —lo besó—, por ti.

Conforme lo tocaba, fue cubriendo su cuerpo de chocolate. Pasados unos segundos, Taesan lo imitó, untándolo también poco a poco, entre risas que se perdían cada vez que se besaban. Había algo en el modo en el que Leehan lo tocaba que le hacía desear que aquello durara para siempre y no fuera una mera etapa en su vida.

Cerró los ojos cuando la lengua del castaño se paseó por todo su torso, mientras descendía con una mano hasta sus glúteos y buscaba a tientas su entrada con dedos húmedos.

A veces, al estar con Leehan, tenía que obligarse a mantenerse sereno y en pie, porque sentía que se deshacía entre sus brazos, que se convertía en alguien liviano y etéreo.

Taesan gimió cuando Leehan dio con el punto exacto que lo hacía enloquecer, y buscó su erección, latente y dura, lista para perderse en su interior. Después posó los labios sobre los abdominales de aquel torso cubierto de chocolate y deslizó la lengua trazando un camino que conducía cada vez más y más abajo; hasta que estuvo arrodillado frente al castaño.

—Voy a probarte —susurró divertido, y sostuvo con una mano su miembro. Lo rozó suavemente con los labios, respirando contra la piel tersa y alzó la mirada hacia él, que parecía estar a punto de desfallecer—. Y, en mi defensa, que conste que nunca lo he hecho antes —confesó.

—No lo dices en serio.

—Totalmente —dijo, y luego lo tomó entre sus labios.

Leehan dejó de respirar y apartó con el dorso de la mano los mechones de cabello negro que se adherían a su frente por el sudor. Ahogó un jadeo e intentó retener aquella imagen, disfrutando del espectáculo de verlo lamerlo con una lentitud enloquecedora, de temblar en su boca y estremecerse ante la humedad de su lengua mientras intentaba satisfacerse así mismo...

—Joder —Cerró los ojos y tomó una brusca bocanada de aire—. Mierda, mierda —repitió—, detente, Taesan. Ven aquí —Se agachó a su lado y lo abrazó unos segundos antes de alzarlo, instándolo a que enredara las piernas en torno a sus caderas.

Lo sostuvo contra el mueble de la isla de la cocina y no esperó ni un instante antes de deslizarse en su interior con una sola embestida. Estaba caliente y listo para él. Leehan se movió con lentitud, tan solo porque deseaba que aquello durara eternamente. Apoyó su frente en la del pelinegro y respiró hondo antes de empezar a perderse en él mientras sentía agitarse su cuerpo envuelto por una neblina de placer...

Allí no había nada más que ellos dos. Él. Taesan. Juntos. Encajados entre sí de mil formas posibles, porque empezaba a sentirlo en todas partes: bajo su piel, en su cabeza, abrazándole el corazón...

Crystal Hearts | GongfourzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora