Lo primero que hice al cerrar fue correr a mi teléfono y llamarle a Ama, la mensa no soportó su sed de chisme y vino corriendo de inmediato a mi cuarto. Lo que me vino con madre, pues yo no quería salir de aquí hasta que Osvaldo se fuera del pinche hotel.
Cuando llegó, le conté todo de principio a fin, hasta la parte en la que Quackity nos escuchó. Ese cabrón ahora sabía demasiado, tenía varios mensajes de él en mi teléfono, había que dormirlo rápido.
—¡Güey no mames, no mames! —gritaba Ama como mensa, la pendeja no se aguantaba la emoción y la neta es que yo tampoco.
—¡Ya sé! ¡Ya sé! Veme, ¡sigo temblando, cabrón! —Le mostré mi manita toda ansiosa por todo lo que este pinche día había sido para mí.
—Entonces, cuando regresemos a México, él y tú... —gritó agarrándome las manos.
—Sí... creo... no lo sé —respondí nerviosa.
Ambas gritamos, la verdad estaba muy contenta como para controlarme y dejar de hacer estas cursilerías pendejas. Mi estómago estaba lleno de cosquillitas chiquitas y felices que me revoloteaban de acá para allá.
—Debemos contarle a mi hermana, güey.
—¡No! —la interrumpí de golpe y ella alzó una ceja.
—Ay güey, no creo que se moleste y si sí, pues que le valga madres ¿No?
—¿Crees que no se enoje conmigo? —Ari había estado muy ocupada con Juan y no sabía nada de esto, tenía mis dudas de cómo lo iba a tomar.
—Cuando le cuentes yo estaré ahí, tú tranquila —sostuvo mis manos con una sonrisa amable y suspiré.
—Gracias Ama, tus consejos de señora viejita son muy útiles a veces —ella me soltó un manotazo—, auch... pero de verdad... gracias.
—¿De qué? ¡Ni hice nada! Los que al final se animaron fueron ustedes dos. Cuando yo intenté intervenir ni me hicieron caso, ¡ninguno de los dos! par de tontos.
—Eso sí... —a pesar de nuestros intentos por alejarnos, de las peleas, de lastimarnos... jamás pudimos deshacernos de nuestros sentimientos.
Y lo intenté, Dios sabe que sí. Primero, me alejé todo lo que pude a causa del odio, estuve enojada, fácil, por un par de meses. Luego, por culpa de mi trabajo no pude dejar de verlo y de ahí, cada interacción era un pinche problema, pues nunca pude dejar de sentir amor por él. Y por lo visto, él tampoco, sentí un hormigueo todo pendejo revolotear en mi panza ¿Por qué era así solo con él? ¿Qué chingados?
Nos quedamos chismeando sobre las posibilidades que me traería mi regreso a Monterrey. Incluso de lo que haría la tipa esa; me compadecí un poco por ella y la neta no pude evitar sentir culpa por hacer que él la terminara así nada más, pero como me dijo Ama "fue su decisión". Aún así, muy en el fondo, me sentía terriblemente culpable. Pobre... ¿Somos los malos?
Al día siguiente, una llamada nos despertó.
—¿Bueno? —respondí toda adormilada. Ama y yo nos desvelamos echando chisme.
—Buenos días, hablo de parte de la agencia Carza. ¿Me comunico con la señorita Rivera Treviño?
—Claro, dígame —me levanté de la cama para despabilarme.
—Nos comunicamos con usted para agendar una cita. Es respecto a la casa en la que está interesada, señorita Rivera —me emocioné, pues de toda la cartera de inmuebles que me habían mostrado, solo una casa cumplía con mis necesidades les pedí que exclusivamente me marcaran si esa casa estaba disponible.
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Astromelia | Rivers x ElMariana
Fiksi PenggemarQuintral, se enamora de Amancay; ambos se corresponden pero ninguno lo sabe. Cuando una epidemia azota su tribu, él enferma de gravedad. Buscando la cura, Amancay escala una montaña para obtener una flor especial. Un cóndor le exige su corazón como...