¿A quién le importa la gloria?

709 95 17
                                    

VI

H O P E

Cuando Charlie me mostró el Campamento, creí que había encontrado un lugar donde podría acostumbrarme a estar, sin sentirme extraña porque todos los semidioses pasamos por lo mismo.

Y ahora, los que supuestamente entienden qué se siente ser excluido, o ser mirado como si tuvieras la plaga, me veían como un bicho raro, que además daba miedo.

Como una araña panadera, diría James (tiene una obsesión y fobia insana a las arañas).

Me senté junto a Charlie al almuerzo, como lo había hecho el día anterior. La comida no me sabía muy bien.

Charlie me miraba, aún recordando el evento de hoy, mientras comía su ensalada con asombro.

— ¡De Percy Jackson! Que genial. ¡Oye! ¡Quizás no fue una coincidencia que nos hiciéramos amigos! Mi tío es Grover Underwood, ¿sabes? Era mejor amigo de tu papá, ¡cómo nosotros! Él me habló muchas veces de él, dice que es un tipo genial. Y bueno, fue el salvador del Olimpo, ese ya es un gran título, ¿te imaginas tú también te conviertes en salvadora del Olimpo? Sería muy cool —ladeó su cabeza—.

Lo miré incómoda, hablar de mi "genial" padre no me ayudaba. Estaba cansada de escuchar a las personas hablar de él tan cálidamente. Parece que todos tuvieron la suerte de conocerlo menos yo, su propia hija.

— Lo siento —Charlie notó mi expresión—. Tú eres tú, y me pareces muy genial, sin ser hija de nadie.

James se sentó frente a nosotros, traía ropa nueva y seca. Recordé los comentarios que me había hecho y las miradas que me había dado, cayendo en cuenta de algo.

— Ya sabías —afirmé—.

Él tragó su comida, levantándose de hombros. — Tenía la sospecha. Sabía que tenías un padre así que las posibilidades se redujeron a nueve, ocho, ya que Apollo es tu abuelo —ladeó la cabeza—. Si fueras hija de Zeus, algo malo ya te habría pasado o tendrías una amenaza de Hera. Vi como te desenvolvías en combate y descarté otro par de cabañas, eres un poco insufrible pero no lo suficiente como para ser hija de Ares —tomó agua—. Vi como el agua te calmaba, entonces consideré a Poseidón, pero oí a Quirón hablar de tu papá como si hablara de algún héroe que entrenó.

Pestañeé atónita, en realidad tenía sentido. Pero yo no me había parado a pensar en eso, me sorprendía que él sí.

— Eso... Tiene mucho sentido —comentó Charlie—.

— Sí, no importa, no quiero hablar de eso, ¿de acuerdo? —suspiré, dejando mi plato a un lado— Necesito pensar, estaré en el lago.

Me levanté, caminando entre los árboles hasta el lago. Tomé asiento junto a la orilla, cerrando mis ojos.

Alguien se sentó junto a mi, pensé que sería James o Charlie, me sorprendió ver a Thalía, la cazadora de Artemisa.

— No nos hemos presentado oficialmente, soy Thalía —estiró su mano hacia mi—.

La estreché. — Hope, aunque ya lo sabes —murmuré—.

— Sí, esa fue una gran presentación —rió suave—. Lamento si te miré raro, fue sorpresa, en realidad. Yo conocí a tu padre.

Me sentí descortés, pero no pude evitar soltar un suspiro de cansancio con lo último. Lo que me faltaba, escuchar a alguien más hablar de él.

— Tranquila, sé cómo te debes sentir —añadió rápidamente—. Es difícil ser semidiosa y lo último que quieres es escuchar a los demás hablar de alguien que no quieres saber.

The ProphecyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora