Mi sarcasmo podría matarme algún día

403 53 6
                                    

XV

H O P E

Sujeté mi espada con firmeza, poniéndome en posición de ataque.

No sabía quién era el tipo delante de nosotros, pero no necesitaba saberlo para darme cuenta que su energía era muy fuerte. Ya no me estaba gustando esto (nunca me gustó).

— Es broma —rió—, todavía los necesito. ¿Por qué no vienen conmigo?

— Claro, ¿nos vas a servir un té? —pregunté sarcástica, sintiendo las miradas de mis amigos reprochándome—

El tipo sonrió sin diversión, apretando los dientes. — ¿Te crees graciosa, semidiosa?

— Mh, hago lo que puedo —me levanté de hombros—.

Él comenzó a hablar, honestamente perdí la atención hace un par de minutos. Sea lo que haya dicho, ya me estaba cansando. Corrí hasta él para atacarlo.

— ¡Hope, espera!

Pero realmente escuché el grito de James un poco tarde, cuando mi espalda chocó contra el suelo.

El tipo me levantó, sujetándome del cuello, era mucho más grande de cerca que de lejos, y en realidad era fuerte. Tragué saliva. Vi a mis amigos poniéndose alerta para atacar.

— Tienes suerte de que aún no es el momento para derramar tu sangre olímpica —me amenazó en un susurro, ¿a qué se refería? Él miró a mis amigos—. Ahora, no creo que alguno de ustedes dos intente algo. ¿Por qué no me vienen conmigo? No querrían que algo le pasara a su amiga o molestar a mis colegas, ¿verdad?

Detrás de mis amigos aparecieron unos monstruos, eran como si estuvieran hechos de nube. Si recordaba bien lo que James me enseñó, eran espíritus de la Tormenta.

El tipo me alzó un poco más, yo respiraba entrecortado, sintiendo mi garganta apretada. James y Charlie bajaron sus armas, pero seguían atentos.

Entonces vi negro.

. . .

Sentí mi cabeza pesada cuando abrí los ojos.

Enfoqué mi vista, estaba dentro de un tipo de celda. A mis lados, James y Charlie, ambos me miraron a forma de preguntar cómo estaba. Yo pestañeé, aún desconcertada.

— Te estabas tardando en despertar, Hope Jackson.

Levanté mi mirada hacia el tipo, apretando los dientes. — Lo siento, puede que el golpe me haya dejado inconsciente, es una opción, no lo sé.

— Usa todo el sarcasmo que quieras —se cruzó de brazos—. No podrás usarlo después–

— Sí, sí, mucha amenaza, ¿por qué no me has matado aún entonces?

No tuve que voltearme para sentir la mirada atónita y molesta de James.

— ¿Podrías dejarme hablar? —preguntó el tipo— Estás acabando mi paciencia, mocosa.

— Mi nombre es Hope —repliqué—. Y a todo esto, ¿tú quién eres?

— ¿Estás bromeando?

Por su mirada, quise decirle que sí, pero en realidad no sé quién es.

Él apretó los puños, como si tratase de recordarse que no podía golpearme por quién sea que le esté ordenando.

— ¡Soy Orión! ¡Hijo de Gaia y el Tártaro!

The ProphecyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora