¿Hermes Express? ¡No! ¡Apollo Cairlines!

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XII

H O P E

Suspiré con alivio al darme cuenta que no era un monstruo.

Nunca había visto a Apolo en persona, al menos que yo recuerde. Era rubio, de ojos azules y alto, emanaba poder, y mucha energía, como si te inyectaran un shot de azúcar sin haber tomado las pastillas para el deficit atencional. Estaba apoyado en un Maserati rojo, me encantaba ese auto.

Me quedé sin palabras por unos segundos, mis amigos también.

Él se acercó hasta nosotros, sonriendo suave, transmitía calma. Estiró su mano hasta a mí. — Creo que eso me pertenece.

Pestañeé, asintiendo rápidamente y tendiéndole su arco. Él respiró profundo, aliviado. — Artemisa jamás dejará de molestarme por esto.

Su comentario me hizo reír.

— Bueno, no se queden en silencio, ya sé que soy muy genial, pero pueden hablar —rió—.

James aclaró su garganta.— Es, es un honor conocerlo, señor Apolo.

— ¡Ya lo sé! —sonrió alegre— ¡Pero también es lindo conocerlos! Recuperaron mi arco. Y se encargaron del ladrón, a mí parecer es una buena primera misión, ¿no? ¡Divertidísima!

Súper divertida. ¡Que se repita!

Mejor no pienso eso, con la suerte que tengo podría repetirse.

— Esperen, estoy tratando de pensar en un haiku.

— ¡No será necesario! No se preocupe, señor Apolo —Charlie levantó sus pulgares, sonriendo—.

— Mh, lo estaré pensando de todas formas —se levantó de hombros—. ¿En qué estaba? ¡Ah, si! ¡Hope, ven aquí!

Apolo me envolvió en un abrazo, levantándome del suelo. Correspondí el abrazo como pude, sintiéndome un poco apretada.

— ¡La última vez que te vi tenías dos años! —dijo, aún aplastándome en su abrazo—

— Me acuerdo bien —bromeé—.

— ¡¿En serio?! —preguntó feliz—

Ah. — No, era...

— Oh, bueno, no importa —me dejó en el suelo otra vez—. Imagino que no tienen pasaje rápido de vuelta, ¿quieren que les dé un aventón? ¡Toménlo como una devuelta al favor!

Estaba segura que la misión valía más que un aventón, la verdad. Es decir, ¿sobrevivir a un bus rural, a tres Gorgonas, a un tren, luego a un gigante y cuatro espíritus de la Tormenta? La boleta era larga y no estaba segura de que "un aventón" la cubriera.

— Sí, por favor —se apresuró en decir James—. Sería genial si pudiera dejarnos en el Campamento. Muchas gracias.

— ¡Ay, no de hay qué! Ya me caen bien ustedes —apoyó sus manos en su cintura, dando un asentimiento de aprobación—. Uh, esperen, cierren los ojos un momento.

Pensé que iba a recitar un haiku o algún poema y quería concentrarse, pero sentí como una luz nos envolvió, y al abrir los ojos, las marcas de golpe que teníamos estaban sanando lentamente, y ya no me sentia fatigada. De acuerdo, eso estaba mejor.

— Ahora sí. A ver, ¿cuántos son? —nos contó— ¡Tres, perfecto! Me habría dado pena tener que convertir mi auto en un bus escolar. Vamos —señaló con su cabeza—.

Lo seguimos hasta el auto, me dejó sentarme al frente. Era aún más genial por dentro, revisé todo lo que tenía. Pensé en preguntarle si podía manejarlo, pero no creí que le gustara la idea.

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