Como las sobras de mi propio plato

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IV

H O P E

En la noche, todos se juntaron en la fogata. Le rogué a Quirón que no me hiciera saludar a los campistas como si fuera una niña de primaria llegando a una escuela nueva.

Había hecho eso tantas veces, y la sensación de ansiedad e incomodidad nunca desaparecía.

Por suerte, él aceptó. Y lo agradezco, porque incluso sin presentarme, todos tenían sus miradas fijas en mí.

— Tranquila, te están viendo porque eres nueva e hiciste algo genial —Charlie me susurró—.

— No me tranquiliza, hace lo contrario —susurré de vuelta—.

— Lo siento —se disculpó, bajando la cabeza—.

Ladeé la cabeza. — No, está bien, en serio agradezco que intentes ayudarme —le dije, si bien, Charlie no muchas veces era bueno con las palabras, sé que siempre tiene la mejor de las intenciones—.

Él me sonrió leve.

Para el momento de la cena, vi a todos acercarse a la fogata y tirar parte de su comida al fuego, no cualquier parte, parecían lanzar lo mejor del plato.

— Ofrendas a los dioses —me explicó Charlie—. Para que sepan que sus hijos piensan en ellos.

— Ah, vale —fruncí el entrecejo y miré mi plato—.

¿Por qué tenía que darle el waffle que tenía más crema y frutilla a un tipo que ni siquiera me dejó cartas de cumpleaños?

Miré la fogata nuevamente, fijándome en que había una niña junto a ella, nadie le hablaba, pero ella miraba a todos con una suave sonrisa, emanaba calidez, me sentí como un viernes en la noche viendo una película mientras mi mamá acariciaba mi cabello.

La niña posó sus ojos en mí, saludándome con su mano y manteniendo su genuina sonrisa. Le devolví el saludo.

— La fila está terminando, ve —Charli palmeó mi espalda—.

Cuando me volteé a ver de nuevo, no ví a la niña. Seguramente estaba con los de su cabaña.

Me acerqué a la fogata, tirando a regañadientes parte de mi comida. Me senté, mirando el fuego.

— Hola, papá. Supongo que así se empiezan las conversaciones, no lo sé.

Respiré profundo. — Qué ridícula me veo haciendo esto, no sé si realmente me estarás prestando atención... Mamá diría que sí, ella siempre habla bien de ti. Quirón también...

Hice una mueca. — ¿Cuándo me reclamarás? No está mal pedir eso, ¿o sí?  Ugh... —miré hacia abajo—.

>>> Probablemente ya lo sepas, pero mamá está inconsciente, estará bien, mas me pone nerviosa el que tarde en despertar... Solo tú puedes oírme, ¿cierto? Sería vergonzoso que algún otro dios lo hiciera, la verdad.

>>> Bueno, no me importa, sería vergonzoso para ti, no para mí, creo. ¿Sabes? Está conversación sería mejor si realmente estuviéramos hablando, esto se siente más como leerte mi diario de vida después de una semana complicada. Supongo que es la vida de los semidioses, ¿no? Esperar más de tu padre y terminar decepcionada.

Negué con la cabeza, levantándome sin despedirme, no es como que él fuera a quejarse por no decir "oh, y ten muy buenas noches, gracias por no estar en mi vida".

Mamá me habría regañado por mi actitud, pero yo no podía sentir empatía por el hombre que nos abandonó e incluso ahora se estaba haciendo de rogar para dignarse a reconocerme como su hija.

☀️🌊

Hii! Este capítulo es corto porque era más preciso, el otro será más largo,

¡y habrán apariciones especiales de personajes canónicos!

Por cierto, ¿qué tal les está gustando hasta ahora?

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