Cap. 6: Olive

15 2 0
                                    

-6-

Olive

Los días iban pasando en el instituto y admito que me había relajado un poco al comprobar que no sucedía nada fuera de lo normal cuando estaba allí. Era un alivio poder pisar ese lugar con la certeza de que nadie iba a insultarme o acorralarme y de que mis días iban a transcurrir como el de cualquier otra chica de mi edad.

En ese tiempo, Matt me había presentado a Jacob y Ashley, y esta última a su vez, a dos amigas suyas, Maya y Ava, las cuales también me habían parecido muy majas y con las que, de vez en cuando, disfrutaba de eso que se me había negado anteriormente, la confianza y la amistad, tan necesarias en la adolescencia. Había desarrollado eso que llaman "el sentimiento de pertenencia a un grupo" sin que nadie me juzgara, o por lo menos a priori, en estas pocas semanas que llevaba aquí. Simplemente era Oli para todos ellos y el sentirte arropado y respaldado por tus iguales en el día a día, era algo que acababa de descubrir y me gustaba mucho. Era algo tremendamente básico, pero también muy necesario en la vida de cualquier persona.

En casa, las cosas también se habían calmado. El juzgado nos había notificado hacía un par de semanas la detención de mi padre que permanecería en prisión hasta que se celebrase el juicio y el juez dictara sentencia. Nuestra abogada estaba segura de que, con todo lo que había pasado y con los cargos que se habían presentado, le caerían unos cuantos años a la sombra y con un poco de suerte, para cuando saliera de la cárcel, sería un viejo decrépito y la realidad, es que, todos nosotros, queríamos creerla porque eso significaba que, por esa parte, estábamos a salvo y tranquilos y todos y cada uno de nosotros, nuestra familia, tenía la oportunidad de empezar de cero en una vida que merecía ser vivida como la de cualquier ser humano normal.

La detención de mi padre también trajo algunos cambios bastante beneficiosos en mi día a día, la vigilancia que teníamos se redujo y nos "desconfinaron" de nuestra casa pudiendo salir y entrar sin miedo a ser descubiertos por alguien inapropiado que pudiera ir con esa información a mi padre. Habíamos pasado de estar recluídos en casa sin poder hacer otra cosa aparte de acudir al instituto en mi caso, a poder salir a dar una vuelta con mis amigos, ir al cine o comer una hamburguesa en una hamburguesería, algo que normalmente hacen los chicos de dieciséis años. Eso significaba también que pasaba más tiempo con Matt, aunque, bien es cierto, no habíamos estado solos fuera del instituto desde que me había presentado a nuestros amigos, siempre salíamos todos juntos. Su actitud hacia mí había cambiado algo y aunque seguía siendo amable, mantenía las distancias conmigo y no sabía muy bien si era porque, teniendo en cuenta la reputación de Matt, había perdido ese interés inicial que tenía por mí como "novedad" o por qué era, pero, el caso es que nunca volvió a proponerme salir los dos solos como lo hizo el primer día que nos conocimos. Era posible que se lo hubiese pensado mejor, al fin y al cabo, había chicas mucho mejores que yo por todas partes que suspiraban por él.

Por mi parte, tengo que decir que lo que sentía por Matt no había hecho más que intensificarse en esas semanas, sé que se me notaba bastante, porque, a veces, sin darme cuenta, me quedaba embelesada mirándole y cuando él me devolvía la mirada, yo la apartaba llena de vergüenza porque tenía la certeza de que me había pillado de lleno, aunque él nunca hizo ningún comentario al respecto. Lo que me ocurría con él era extraño, creo que, por primera vez en mi vida, sentía esas mariposas que dicen que notas en el estómago cuando te gusta alguien, aunque no estaba segura al cien por cien porque nunca había sentido nada igual con nadie, no se había dado el caso. Pero, no solo se limitaba a eso. Mi cuerpo, por primera vez también, estaba teniendo reacciones totalmente nuevas para mí y que controlaba a duras penas. Reaccionaba sin poder evitarlo a su cercanía y cuando estábamos juntos, notaba su calor corporal como si fuera el mío propio, mi olfato buscaba su aroma, una mezcla de olor personal mezclado con un perfume que parecía cítrico, pareciera que todos mis sentidos estaban amplificados cuando se trataba de él y volcados totalmente en su persona. Notaba como mi corazón latía al son de sus movimientos y cuando interaccionaba conmigo me daba un pequeño vuelco que me dejaba sin aliento unos pocos segundos, y, además, por si eso no fuera suficientemente fuerte, cuando accidentalmente nuestros cuerpos se rozaban, únicamente con ese leve roce totalmente accidental, se originaba una corriente eléctrica por todo mi cuerpo que atravesaba mi columna vertebral y que me dejaba totalmente aturdida y con la piel de gallina. Ese era el influjo que tenía Matt Miller sobre mi mente, mi corazón, mi alma y mi cuerpo. Y empezaba a ser muy evidente.

¿Sabes que las mariposas no pueden ver sus alas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora