Cap. 5: Olive

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Olive

Estaba bastante confusa con lo que había vivido y sentido en el aula de estudio con Matt. Después de todo lo acontecido en el antiguo instituto era raro (muy raro) sentirme tan a gusto con alguien, sobre todo con un chico y que mi cuerpo reaccionara de esa manera porque, eso tampoco podía obviarlo. Mi cuerpo había reaccionado a su proximidad de una manera que yo misma no reconocía y que hacía que el calor se alojara en algunos puntos de mi anatomía.

La estancia en mi antiguo instituto había sido un auténtico infierno. La gente podía llegar a ser muy cruel cuando quería y no había nada peor que un grupo de personas que decidían hacerle la vida imposible a otra por el motivo que fuera, porque realmente les daba igual el motivo, cualquier cosa hubiera servido de excusa.

Todo el caos se desató cuando aquel chico, de un curso superior (pero repetidor por lo que realmente era dos años mayor que yo) había decidido que le gustaba y que quería tener algo conmigo y me había condenado completamente al infierno.

Esto ocurrió cuando estaba en sexto de primaria. Yo, hasta ese momento, había sido feliz en mi colegio, en mi clase, con mis compañeros. Todo cambió cuando, de repente, los chicos del curso que iba por delante del mío empezaron a bromear cuando me veían pasar y a silbar o decir idioteces. A mis tiernos once años, no sabía nada sobre relaciones, ni a qué se referían con esos silbidos y esos empujones que se pegaban unos a otros como si de orangutanes se tratara, concretamente a uno de ellos cuando me veían cerca. Yo en esa época todavía era muy infantil, y, sinceramente, creo que era lo normal, ¡tenía once años!

Un día, una de las chicas de ese curso se acercó a mí cuando estábamos fuera del colegio y me preguntó si Joe me gustaba. Me pilló tan desprevenida y tan fuera de lugar que no supe que contestar. ¿Qué me gustaba cómo? No sabía muy bien a qué se refería porque yo no sabía nada sobre ligues, rollos o cualquier cosa parecida. Repito, tenía once años.

Otro día, estando en el patio del colegio almorzando, vinieron dos chicos de esa misma clase y me cogieron por ambos brazos llevándome a la fuerza delante de Joe. No hay que decir que el solo hecho de que me forzaran a ir a un sitio que no quería ir inmovilizándome por los brazos, ya fue muy violento. Nos presentaron (como si no fuéramos al mismo colegio y no nos conociéramos ya) y me obligaron a darle dos besos en las mejillas, lo que me hizo sentir violenta y humillada, era una invasión clara de mi espacio y a la fuerza. Me quedé descolocada por decirlo suavemente, pero pensé que como ya tenían lo que querían me dejarían en paz y no quise pensarlo más de lo necesario. No fue así, por supuesto.

Lo malo de toda esta historia no es que un chico estuviera interesado en mí y yo no supiera gestionarlo por inmadurez o inexperiencia, el problema fue, sin duda, que había otra chica de su clase interesada en él y ella no podía soportar que la elegida fuera yo en lugar de ella porque siempre había creído que estaba por encima de mí y era mejor que yo. Siempre había intentado humillarme a la más mínima oportunidad desde que tenía uso de razón, tanto a mí, como a mí familia. Que Joe se interesara por mí y no por ella fue la gota que colmó el vaso, el detonante de todo lo que pasó y que me persiguió durante años como una losa, haciéndome la vida imposible y provocándome un trastorno de ansiedad y agorafobia durante mucho tiempo que me impidió hacer una vida normal.

Uno de esos días, cuando me disponía a entrar al colegio, Joe se acercó a mí y antes de traspasar la puerta me paró para pedirme salir. En ese momento no tenía ni idea de lo que eso significaba, por supuesto, y le dije que sí pensando que se refería a dar una vuelta o tomarnos algo alguna vez. A esa edad es verdad que empiezan a despertarse algunos sentimientos y a todos nos ha gustado que alguien se interesara por nosotros.

¿Sabes que las mariposas no pueden ver sus alas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora