Cap. 10: Matt

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Cuando entramos en mi casa mi abuela se llevó un buen susto. No es que la brecha de la cabeza fuera excesivamente grande, pero con todo el vendaje y los puntos resultaba bastante aparatosa. Cualquiera diría que tenía una conmoción cerebral. Olive se encontraba situada justo detrás de mí, como si no quisiera que mi abuela la viera, pero la verdad es que eso era imposible, mi abuela la veía sin lugar a duda y, sin pensárselo dos veces, se dirigió hacia ella y la abrazó, lo cual nos dejó igual de impresionados a ambos. Es cierto que mi abuela y yo habíamos hablado mucho de Olive, de hecho, mi abuela había sentido como yo la conexión con ella y también había tenido alguna visión, pero esto, no me lo esperaba. Mi abuela era realmente impredecible.

- Tú debes de ser Olive, ¿verdad? – afirmó sin ningún tipo de duda mientras la rodeaba con sus brazos.

- Olive, te presento a mi abuela, Agnes.

- Hola, Señora Miller, encantada de conocerla, sí, soy Olive Stone, amiga de Matt – Olive tenía las mejillas sonrosadas y la mirada baja, se notaba que se estaba muriendo de vergüenza.

- Oh querida, puedes llamarme Agnes, no me hagas sentirme todavía más vieja de lo que soy. – Suspiró sonoramente - Y dime: ¿eso se lo has hecho tú? Espero que no se haya propasado ni un pelo contigo porque si no, seré yo la que le dé una auténtica paliza – mi abuela me señaló la frente sin ningún tapujo y sonrió abiertamente.

En ese momento pensé que Olive iba a desmayarse porque se quedó totalmente lívida, la presencia de mi abuela la había impactado y, además, a eso debíamos sumar que mi abuela solía ser así de directa, no se cortaba, y quizás eso era demasiado para Olive en ese momento. Temía que en cualquier instante saliese corriendo de la casa para no volver jamás.

- Abuela, ha sido un accidente, Olive pensó que yo era un ladrón y se defendió como pudo. Igual debería cambiar de estilo de vestir para pasar más desapercibido e inofensivo – quise quitar hierro al momento bromeando.

- Me gusta esta chica, Matt, tiene agallas. Sin duda si te lo ha hecho ella es porque te lo merecías, que nos conocemos – y se giró hacia la cocina con las comisuras de la boca subiendo, dejándonos a nosotros en el salón desde donde podíamos verla trajinar con los fogones.

Sin duda, mi padre podía permitirse contratar a alguien que cocinara y se encargara de la casa, pero mi abuela no iba a dejar de ninguna de las maneras que entrara nadie a hacer lo que ella se empeñaba en realizar todavía.

- Ven querida, pasa. ¿Te gusta el estofado? Estoy haciendo un poco para que este monstruito y yo comamos, y me encantaría que te quedaras a comer con nosotros – de nuevo iba al grano, no iba a darnos tregua.

- Me encantaría Señora Miller, pero en realidad yo debería estar en casa, no me encuentro demasiado bien, no he ido a la escuela y mi madre se preocupará si no me ve cuando llegue de trabajar.

- Tonterías. Llama a tu madre para explicarle lo que ha pasado y que nos gustaría agradecerte la generosidad de llevar a Matt al hospital, invitándote a comer. ¡Venga! ¿A qué esperas?

La cara de Olive era un poema y me miraba intensamente, imagino que esperando a que la sacara de ese embrollo, pero es que a mí me apetecía estar mucho con ella y el plan de mi abuela me parecía perfecto para retenerla un poco más en mi casa, junto a mí. Quería hablar con ella de lo que pasó en la fiesta, pero no sabía cómo abordar el tema porque no la veía especialmente receptiva después de lo que pasó y tener un poco más de tiempo me venía genial para poder pensar un poco más como afrontar la conversación. La cogí aparte para poder hablar con ella y que mi abuela no nos oyera.

¿Sabes que las mariposas no pueden ver sus alas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora