A México le gusta más los climas cálidos, esos de los que son agradables para salir por un helado al parque, o caminar por la playa sin sofocarte. El tiempo de vacaciones suele pasarlo en alguna playa de su territorio; le gusta buscar conchas marinas, a veces suele salir a tomar en algún bar, para después salir e ir por unos tacos.
Rusia, al contrario le encantan los climas muy helados, disfruta estar al exterior mientras cae un poco de nueve sobre él; cuando la temporada de caza empieza suele ir con Ucrania, Alemania y Kazajistán a algún bosque a cazar. Mantiene en secreto que todavía le gusta hacer muñecos de nieve, los hace un poco lejos de su propiedad para que no sepan que los hizo él.
«——¿Sigue nevando? Wow, suena lindo tener ambiente navideño todo el año. —Bromeo el mexicano al otro lado de la llamada, le dio un sorbo a la cerveza en lata que tenía a un lado de él. Estaba acostado en un camastro en la playa, una sombrilla le proporcionaba sombra; aún conservaba rastros de agua en su cuerpo después de haber nadando un rato.
«—No mucho, ha empezado a calmarse —Respondió el ruso del otro lado de la línea, este mismo se hallaba sentado sobre una gruesa manta, sus cabellos plateados estaban cubiertos por una frágil capa de nieve, observaba los copos de nieve caer lentamente.
«—Enfermaras si te quedas mucho tiempo ahí. —Advirtió sabiendo que estaba haciendo su pareja, acomodo sus lentes de sol en el puente de su nariz.
«—No lo haré, no hace tanto frío.
«—¡Deben estar como a 2°C!
Rusia rodó los ojos ante la reclamación.
«—Sí tú puedes aguantar tanto calor yo puedo con esto.
«—¡No me contradigas niño!
El eslavo decidió cambiar de tema.
«—No me has dicho que haces tú. —Comenzó a dibujar figuras al azar en la nieve bajo él.
«—Nada en particular, fui a nadar, el mar esta tranquilo. —Respondió con la emoción de un niño pequeño.
Del otro lado el ruso suspiró.
«—Nunca he tenido el gusto de verte en traje de baño —Mencionó coqueto —. Merezco una foto por eso, ya sabes, necesito evidencia para saber que mi novio está bien.
El mexicano por su parte rio entretenido.
«—Podría hacerlo —Los iris verde de Rusia brillaron esperanzados —, tal vez lo haga después de terminarme mi cerveza.
Antes de que el contrario replicara la llamada es terminada.
El euroasiático se deja ir para atrás, la mata de nieve lo resive acoplandose a su figura.
Su teléfono vibró y su tono de notificación le aviso de un nuevo mensaje, sonrió satisfecho al saber de quien se trataba.